Cuando el día agoniza, el chofer pisa el freno en el kilómetro 8 de la autopista que circunvala la laguna de Yahuarcocha, en Imbabura. Los turistas, algo cansados, descienden del bus justo en la puerta de la finca Sommerwind.

Hansjong Schutter, alemán que prefiere que lo llamen Hans, espera de pie con su camisa de chef. Su figura es muy grande y corpulenta, tiene pelo color castaño y su barba predominantemente blanca encierra una sonrisa amigable.

–¡Bienvenidos! –dice, y cuenta qué lo motivó a emprender en Ecuador: “Visité a mi hijo que trabajaba en Mindo como voluntario, y viajamos como mochileros alrededor de Ecuador. Cuando regresé a Alemania dije: me gusta Ecuador, ¿por qué no? Entonces empecé este proyecto, hace 8 años”.

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Su finca ofrece tres actividades: la primera es el primer y el único camping internacional, donde llegan todos los viajeros en casas rodantes que utilizan la panamericana desde Alaska hasta Argentina. El costo es de $ 6 por noche, incluye ducha caliente, agua potable, luz, internet, leña para fogata, espacios y seguridad. Y les ayuda si tienen problemas con el carro, con su visa, con su salud.

Julian Donges y su esposa, Sarah Müller, también alemanes, han viajado por casi toda Sudamérica, durante once meses en su auto convertido en casa rodante. Se hospedan en la finca Sommerwind y dicen estar contentos porque tienen al frente la laguna y disponen de comida y cerveza alemana. Su próximo destino es la iglesia Las Lajas, en Colombia.

Petra, turista alemana que estuvo seis meses en Ecuador el año pasado, y su esposo han viajado ocho años: “Estuvimos en todos los países de Sudamérica, solo no visitamos Venezuela, es imposible, es peligroso”.

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La finca también ha creado el Café Alemán, que abre sábados y domingos, de 09:00 a 18:00. Ofrece desayunos, platos fuertes con especialidades alemanas y cada viernes beer garden (jardín de cerveza) con cerveza original importada de Alemania, de 16:00 a 22:00. Cuando la gente quiere celebrar un cumpleaños u otro evento prepara parrilladas, cualquier día.

La finca tiene cuatro cabañas para hospedaje sembradas en la parte más alta de la ladera, desde ahí se admira parte del pueblo emplazado en la orilla de la laguna y el espacio de agua que ocupa unos dos kilómetros en la mitad de la planicie iluminada, a esa hora, con la lánguida luz de la luna y algunas lámparas públicas que arden como antorchas.. (I)