“Puede ser que sea racista u homofóbico, pero no está preso. Lula está preso. En ese momento prefiero un presidente que puede incluso ser homofóbico y racista, pero que no es un ladrón”. Eso decía Fábio Nascimento, un funcionario público de 44 años, a BBC tras conocer los resultados de la primera vuelta presidencial que dejó al ultraderechista Jair Bolsonaro como virtual presidente de Brasil en una segunda vuelta.

Con el 46% de los votos, Bolsonaro se convirtió en un vendaval que aplastó al Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) y a su candidato Fernando Haddad, quien logró el 29%.

Analistas indican que este buen resultado también se debe a su discurso de tolerancia cero con los criminales, en un país donde mueren más de 60.000 personas anualmente por la violencia. Así como sus posturas conservadoras respecto de los valores familiares y religiosos, en un país donde los cristianos son más del 80% del padrón (54% católicos y 27% evangélicos).

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Además de su gran ventaja, Bolsonaro llevó a su tienda política, el Partido Social Liberal (PSL), de tener 8 diputados a ser la segunda fuerza de la cámara baja (de 513 miembros) con 52 curules, cuatro menos que el PT. En tanto que en el Senado apareció por primera vez logrando 8 de los 81 puestos.

El PSL dominó en Río de Janeiro (de donde es Bolsonaro) y Sao Paulo, donde con el 98% de los sufragios contabilizados, Eduardo Bolsonaro, hijo del candidato presidencial, era el aspirante a la Cámara baja con más votos en la historia de Brasil, ayudando al PSL a obtener más del 20% de los sufragios de diputados en Sao Paulo. Mientras, otro hijo del presidenciable, Flavio Bolsonaro, se convirtió en senador por el estado de Río de Janeiro.

La pregunta que ronda la segunda vuelta electoral es si Haddad logrará cambiar los pronósticos, pese a la negatividad de los analistas.

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“Otros candidatos en elecciones presidenciales con distancias menores no consiguieron revertir esa ventaja”, dijo a BBC Cristiano Noronha, analista político de la consultora Arko Advice de Brasilia.

Tras los resultados adversos, Haddad visitó ayer al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, histórico líder de izquierda que cumple una condena de doce años por corrupción. Tras la cita, Haddad llamó a todas las fuerzas democráticas a unirse para vencer a Bolsonaro.

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Una tarea dura, puesto que el PT causa rechazo ante las otras formaciones y gran parte del electorado. Ni siquiera la expresidenta Dilma Rousseff (también del PT y destituida en 2016), ganó uno de los dos puestos del Senado por el estado de Minas Gerais.

Mientras algunos partidarios de Bolsonaro le pidieron que moderara su mensaje para asegurar la victoria, el candidato dijo que se apegaría al tono duro que ha empleado para referirse al crimen y la corrupción, que ha encontrado eco entre los votantes. Muchas personas en Brasil, el quinto país más poblado del mundo, están desilusionadas con los partidos tradicionales.

“No puedo convertirme en un pequeño Jair ‘Paz y amor’. Sería traicionar quien soy”, agregó Bolsonaro en una entrevista de radio.

Sus palabras son una crítica velada al expresidente Lula da Silva, quien abandonó su feroz retórica de izquierda para ganar la presidencia en 2002, cuando se calificó como el candidato “Paz y Amor”.

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Bolsonaro añadió que había iniciado conversaciones con otros legisladores para levantar una coalición de gobierno.

Los mercados mostraron ayer un alza por la victoria del ultraderechista. (I)

17 de 27 estados
Jair Bolsonaro ganó en esa cantidad de estados. Haddad en 9 y el candidato Ciro Gómez en uno.