Emmerson Mnangagwa regresó ayer a Zimbabue –estaba autoexiliado en Sudáfrica–, con el camino allanado para asumir la presidencia del país tras el fin del régimen de 37 años liderado por Robert Mugabe.

Mnangagwa, de 75 años, será juramentado presidente mañana, tras la renuncia de Mugabe, quien dejó el cargo en medio de un proceso de impugnación.

Los zimbabuenses, aún estupefactos por la renuncia de Mugabe, cantaron y bailaron en las calles de Harare hasta avanzada la noche del martes, emocionados por la caída de un líder que parecía tan prometedor al final del régimen de minoría blanca en los 80, pero que en los últimos años presidió el derrumbe de la economía, la disfunción del Gobierno y violaciones de los derechos humanos.

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Ahora los reflectores se enfocan en Mnangagwa, durante años el lugarteniente de Mugabe, que fue desplazado a principios de mes para que la impopular primera dama, Grace Mugabe, ocupara su puesto y sucediera a su esposo. Mnangagwa huyó del país diciendo que su vida corría peligro.

Eso condujo a la intervención militar hace una semana, que abrió la puerta al vuelco del partido gobernante y el pueblo contra el presidente, que, según medios internacionales, llegó a un acuerdo para mantener su fortuna. (I)