Entre libros, cruces, fotos o nacimientos, monseñor Luis Alberto Luna Tobar pasó sus últimos años. En una pequeña sala, al ingreso a su habitación en la Casa Sacerdotal Pablo Muñoz Vega, en La Armenia, en las afueras de Quito, se encuentran textos como Corrupción judicial y judicialización de la política y Dios camina con su pueblo. Hay además cuadros, figuras de sapos, sillones y frases como “Muchas gracias, monseñor, por todas estas lindas charlas que nos ha dado...”.

En esa residencia falleció ayer monseñor Luna Tobar. Allá llegó en el 2010. Ximena Reinoso, enfermera auxiliar del religioso en los últimos cuatro años, fue quien lo cuidó hasta el fin de su existencia. Ella sostiene que era una persona madrugadora, carismática, a quien le encantaba hablar de toros. Rememora que era “supercomelón”, con preferencia por chocolates y postres. Luego del desayuno iba a un jardín frutal a chupar mandarinas. Leía poesías y el rosario. Veía noticias y un canal religioso. Se enojaba cuando le insistían en algo que no quería.

Juan Cuvi, exintegrante del grupo subversivo Alfaro Vive Carajo, luego de reintegrarse a la sociedad, ha estado cercano a Luna Tobar desde hace más de dos décadas en el ámbito laboral, político, humano. Es director ejecutivo de la fundación Donum, que ofrece servicios de salud, en Cuenca. Él describe la enseñanza recibida de Luna: “Uno tiene también que tener una visión amplia, tolerante, de búsqueda de consensos, de diálogos, eso es fundamental en política”.

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Él no encasillaría al sacerdote como de izquierda sino de avanzada, que siempre estuvo conectado con las demandas más libertarias de una sociedad. En una charla le había contado que en una de las tantas crisis institucionales le ofrecieron la Vicepresidencia de la República, que rechazó. Luna Tobar se ha identificado con Gandhi y Mijail Gorbachov.

De la música, escogía los pasillos y era fanático del actor mexicano Cantinflas. A Cuvi ya no lo reconocía desde hace un año y medio, debido a su enfermedad de Alzheimer.

La defensa de los derechos humanos fue una de sus prioridades. Elsie Monge, directora de la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos, dice que era un hombre con un pensamiento muy claro y frontal, que decía las cosas como son y siempre en defensa de los sectores más vulnerados.

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Según una biografía elaborada por monseñor José Eguiguren, Luna Tobar nació en Quito en 1923. Estudió en la escuela Borja y el primer año de secundaria en el colegio San Gabriel. Séptimo de trece hermanos, en Sucumbíos, en una excursión, conoce la misión Carmelita y surge su vocación religiosa.

A los 15 años viaja a España e ingresa en la Orden Carmelita. A la vez realiza sus estudios de bachillerato, Filosofía y Teología y vive de cerca la guerra civil española.

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En 1946 se da su ordenación sacerdotal. Llegó a Cuenca en 1981 para hacerse cargo de su iglesia como arzobispo. Una de sus feligreses, Rosa Carrillo, expresa que les enseñó a pelear por sus derechos y por los pobres, como lo hizo Jesús.

En 1988 el papa Juan Pablo II acepta su renuncia a ese arzobispado, y el pasado 31 de enero la Conferencia Episcopal informa que debido a una insuficiencia cardiaca severa, la hipertensión arterial aguda y otras complicaciones de salud, el arzobispo emérito de Cuenca, de 93 años, estaba en agonía.

“Aquí está... El que fue”.

Ese es el epitafio que monseñor Luna Tobar consideraba que debería estar en su tumba. Lo dijo en una entrevista biográfica en octubre de 1998 titulada Un pastor sin distingos.

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Cuando el autor, Francisco Borja, le pregunta qué viene después de la muerte, Luna Tobar contesta parafraseando a monseñor Leonidas Proaño: “Quedan los árboles sembrados, queda la semilla depositada, quedará algo de lo que se ha hecho, y eso será un principio de felicidad...”. (I)

Reacciones

“Acaba de fallecer Alberto Luna Tobar, referente de la Iglesia de los pobres. Murió en santidad, como fue su vida”.Rafael Correa, Presidente de la República

“Lamentable noticia la que recibimos hoy (ayer), gracias por sus enseñanzas y sobre todo por el amor infinito que tenía por Cuenca. Descanse en paz”.Marcelo Cabrera, Alcalde de Cuenca

“Lo recuerdo como está en las fotos, feliz, contento. Siempre salía con sus cachos, sus canciones. El mejor ejemplo de vida a seguir”.Nora Rodríguez, Enfermera de monseñor

“Roguemos al Señor que le conceda el descanso eterno y brille para él la luz perpetua”.César Piechestein, Vocero de Arquidiócesis de Guayaquil

“Lo recuerdo como una persona con una profundidad espiritual, muy cercano, con el don de consejo, él siempre nos daba consejos, nos ayudaba y ante cualquier problema nos decía: tranquilos, en paz, solo Dios basta”.Juan Carlos Garzón, De la Casa Sagrado Corazón

“Fue una persona que entregó toda su vida al servicio de Dios, ha sido un ejemplo muy digno de ser imitado”. Claudio Alcides Amagua, Morador de La Armenia

“Monseñor Alberto Luna Tobar: La muerte de un justo. Dios lo tenga en su gloria”.Juan Manrique, Exministro de Gobierno