Viene al Ecuador invitado por Fundamedios, una organización no gubernamental que tiene por objetivo “el apoyo a medios de comunicación y periodistas, a través de su monitoreo de amenazas a la libertad de expresión y asociación, proyectos, capacitaciones y talleres destinados a la reflexión en torno al oficio periodístico”. Él, aclara, viene al país a hablar de periodismo, sobre la situación periodística contemporánea en el mundo desarrollado y lo que está pasando en América Latina “y, dentro de ese paquete, está la libertad de expresión, por supuesto”.

Es Miguel Ángel Bastenier, periodista español, articulista y profesor de la Escuela de diario El País de España, maestro de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) fundada por Gabriel García Márquez. Entre mañana y el 19 de septiembre cumplirá una agenda que incluye charlas magistrales en universidades de Quito y Guayaquil y es el invitado de honor en la presentación del libro 06:58 PM: Relatos periodísticos del terremoto. El viernes pasado mantuvo un diálogo con este Diario por vía telefónica desde Cartagena, Colombia, sede de la FNPI.

Viene invitado por Fundamedios, ente que registra que en el país, en 2015, hubo un récord de situaciones consideradas agresiones a la libertad de expresión por parte del Estado, ¿qué riesgos se corren cuando la vulneración a este derecho es tan frecuente?
No quiero pronunciarme ahora desde Cartagena. En todo caso, cuando esté en Ecuador hablaré con todos los que quieran que hablemos, pero es evidente que hay una difícil situación para la libertad de expresión, no solo en Ecuador, sino en toda América Latina. Y, en cualquier caso, la respuesta a cualquier pregunta en ese sentido es bien sencilla: no hace falta ninguna ley de prensa en ninguna parte, simplemente, la mejor ley de prensa es la que no existe.

Publicidad

Fundamedios ha cuestionado la Ley Orgánica de Comunicación, por el uso que le está dando el Estado para, a manera de réplicas, publicar información de su interés. ¿Cómo afectan a la libertad de expresión estas dinámicas de manejar los espacios de los medios por parte de un gobierno?
Es la misma pregunta que me has hecho... El Estado no se tiene que meter en lo que publican los periódicos salvo que en algún momento dado publiquen injurias, calumnias, falsedades demostrables, etc., pero creo que haga falta una gran discusión a nivel de debate. El Estado debe estar al margen de la información solamente teniendo en cuenta los estamentos jurídicos de cada país...

Por su parte, los medios se enfrentan a cambios propios de su industria. La Asociación de Periódicos de América, por ejemplo, desde este miércoles ha eliminado la palabra prensa de su nombre y algunos ya lo consideran el día en que esta murió, ¿cuál es su lectura de este hecho?
... Estamos viviendo una revolución y lo que estamos viendo es apenas el principio... Pero la función del periodismo no ha cambiado en lo absoluto y es la de explicar a la opinión por qué pasan las cosas que pasan, no explicar solamente qué cosas pasan, no, por qué pasan las cosas que pasan. Y el por qué es una interpretación, y es una interpretación que hay que procurar que sea lo menos subjetiva posible.

Las estadísticas sobre el consumo de información dejan ver, aparentemente, que las personas consumen más noticias que nunca, ¿podríamos decir que esta sociedad es la más informada de la historia?
Esta es la sociedad que recibe más comunicación de la historia. ¿Eso significa estar mejor informada? No. Eso significa que aquella persona que discrimine, que se preocupe, que use las redes sociales debidamente, que entre en los principales diarios digitales y busque lo que prefiere, ese tipo de personas sí, efectivamente, sería la más informada de la historia... Lo que está ocurriendo, en mi opinión, es que hay una pugna, una batalla legítima entre la comunicación y la información. La comunicación es donde básicamente vinculan las redes sociales, también la información, por supuesto; pero básicamente es el persona-persona, es el hago esto y lo pongo en conocimiento de las personas a las que conozco, que me siguen o que yo sigo, o que estamos en Facebook o donde sea. Y la información es la que difunden las organizaciones profesionales dedicadas a ello, periódicos o medios de información en general. Entonces, la batalla consiste en que cuanta más gente dedique más horas a la comunicación, va a dedicar menos horas diarias a la información. No digo que eso es negativo, pero, evidentemente, el lector tiene siempre la razón, y si no le interesan los periódicos y opta por la comunicación, tiene todo el derecho a decidir lo que le dé la gana. (I)

Publicidad