Rodeado por humo y llamas, con el sonido de los disparos resonando a su alrededor, el joven estuvo en cuclillas en el arroyo durante horas, escuchando como morían los hombres de su familia.
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La montaña de Sinjar está sembrada de fosas comunes, algunas en territorios recuperados al grupo EI tras la ofensiva del grupo contra la minoría yazidí en agosto de 2014; otros en la peligrosa tierra de nadie que todavía tiene que ser declarada segura.
Rodeado por humo y llamas, con el sonido de los disparos resonando a su alrededor, el joven estuvo en cuclillas en el arroyo durante horas, escuchando como morían los hombres de su familia.
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El desilusionado propietario compartió su experiencia en redes sociales.
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