Poderosa, polémica y extravagante, una mujer que gusta de los atuendos y accesorios de vivos colores, así se describe a Rosario Murillo, la compañera leal del presidente nicaragüense, Daniel Ortega, quien la eligió para que sea su compañera de fórmula en los comicios presidenciales de noviembre próximo, en los que el exguerrillero busca su tercera reelección.

Con la postulación de Murillo a la Vicepresidencia, Ortega busca garantizar la sucesión familiar en el poder, similar a la dinastía de la familia Somoza que gobernó Nicaragua durante casi medio siglo hasta su derrocamiento en 1979, dicen los opositores. Desde hace décadas es una de las más cercanas asesoras de Ortega y lideró la campaña electoral que devolvió al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) al Gobierno en 2007, tras su primer paso por el poder (1979 y 1990).

La primera dama ha tenido una relevancia política que ninguna otra ha ostentado en la gestión pública de Nicaragua.

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Ha ejercido una fuerte incidencia en las políticas sociales y culturales del Gobierno y del partido y concentrado tanto poder, que sus opositores consideran que la que gobierna el país es ella y no Ortega.

“En la presidencia, Rosario es 50% y Daniel, 50%”, aseguró el propio Ortega en un acto públicó, según bbcmundo.com.

La escritora y poetisa de 65 años ha sido jefa del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, en el que se encarga de coordinar a ministerios y alcaldías y de presentar el informe de gestión en televisoras y radios bajo control estatal.

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Murillo se unió al FSLN en la década de 1970, donde se convirtió en la compañera de Ortega en 1978. La pareja se casó en el 2005.

Sus enemigos denuncian el supuesto enriquecimiento de la familia presidencial, a la que acusan de haberse hecho con varios negocios, incluyendo medios de comunicación y agencias de publicidad.

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Ella no goza de la simpatía de los viejos militantes sandinistas “porque ha marginado a cuadros históricos” de posiciones de liderazgo en el partido y el Gobierno, dijo el analista político, Carlos Tunnerman.

En 1998, su hija mayor, Zoilamérica, acusó a Ortega de abusar sexualmente de ella desde los 11 años, pero tres años después la justicia desechó los cargos. Murillo desestimó completamente la acusación de su propia hija, lo negó y la tildó de mitómana.

“Con la denuncia por violación de Zoilamérica, Rosario interviene respaldando a Ortega, lo que le da un enorme poder frente a Daniel, además de una gran cuenta por cobrar. Es una factura carísima para Ortega”, aseguró Dora María Téllez, comandante de la revolución sandinista y compañera de lucha de Ortega y hoy su opositora, publicó bbcmundo.com.

Murillo acompaña en la carrera por las presidenciales a Ortega, de 70 años, el único candidato con posibilidad de ganar la elección.

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Haciendo uso de su influencia en los poderes Judicial, Electoral y el Congreso, ha sacado de la contienda a la coalición de partidos opositores con más caudal electoral, ha destituido a los diputados que no le eran afines y cerrado las puertas a la observación nacional e internacional.

“Lo que se está montando para el 6 de noviembre es un acto rutinario para mantener la apariencia de continuidad al funcionamiento de un sistema democrático, pero el resultado ya está decidido”, dijo la activista y disidente sandinista Vilma Núñez. (I)

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De noviembre próximo se desarrollarán las elecciones presidenciales en Nicaragua.