Portoviejo es una de las ciudades más golpeadas por el terremoto del 16 de abril. Su alcalde, Agustín Casanova, un ingeniero comercial de 55 años y que llegó a su cargo electo por el movimiento Suma en asocio con una agrupación local, asegura que el corazón comercial de su ciudad, el más arrasado, resurgirá moderno. Recibe a este Diario para una entrevista en su oficina temporal ubicada en la Universidad Técnica de Manabí, y sin preámbulos ni preguntas empieza a relatar lo que sucedió luego del terremoto, y lo que para él fue una reacción precaria: “Empezamos las tareas que debíamos hacer hasta que el Gobierno llegara. Por ejemplo, los albergues. Los instalamos a las 8 de la noche del día 16 y los entregamos tres semanas después. Y los administrábamos como podíamos, con los recursos que teníamos. En el tema de diagnóstico de la infraestructura, ellos llegaron a las tres semanas también, pero nosotros teníamos hecho todo.

¿Cómo lo asumieron?
Por ejemplo, tomamos el albergue, armamos las carpas que teníamos y ahí pusimos a la gente en condiciones muy precarias. Luego fueron llegando las ayudas, los del MIES con los alimentos; los del Ministerio de Salud, con lo suyo.

¿Cuándo fue esa llegada?
Dos o tres días posteriores llegaron ellos, hasta que a la tercera semana llegaron los militares y dijeron esto lo tomamos nosotros. Perfecto, porque ese era nuestro plan, cuando ustedes lleguen, nosotros salimos.

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¿Eso no se contrapone con lo que ha dicho el presidente Rafael Correa de que entre las 24 y 78 horas tenían solucionado?, pues usted dice que llegaron a los tres días recién.
Sí. En ese tiempo y a tomar control recién.

Pero ustedes ya habían atendido lo básico…
Lo básico, o sea lo primario. Yo diría lo precario, porque tampoco nosotros estábamos preparados para esta emergencia. Entonces entramos con lo que teníamos. Esa fue la política que adoptamos aquí en Portoviejo. Nunca estuvimos paralelos al Gobierno. Ayudamos a la búsqueda de sobrevivientes, a la recuperación de los servicios públicos como el agua y hay que reconocer el trabajo que hicieron los de la Empresa Eléctrica. Nuestro equipo empaquetaba y entregaba al MIES las ayudas. Nosotros nunca llevamos una funda de alimentos a nuestros barrios porque eso iba a causar desorganización, ineficiencia.

Pero eso sí se dio, durante casi toda la semana. Había filas y filas de gente que clamaba comida.
La desorganización que hubo en el Gobierno fue terrible, la descoordinación inicial fue terrible y eso hay que decirlo, porque la autocrítica es necesaria y la crítica sana también es necesaria. Yo hago autocrítica permanente de lo que pasó, pero también hago una crítica bien intencionada de las descoordinaciones que había entre las distintas mesas del Gobierno. Uno decía aquí mando yo, desautorizaba a la otra mesa, aparecía una autoridad, aparecía un militar... Eso duró algunos días. Y que me lo digan a mí que estuve en el teatro de los acontecimientos. Yo estaba en la calle, no tenía oficina. Entonces, yo sí puedo decir que permanentemente teníamos inconvenientes, roces.

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¿Cuáles fueron las áreas más críticas?
Remoción de escombros. Empezaron a regar de escombros por toda la ciudad cuando nosotros habíamos definido un sitio donde le solicitamos al ministro del Ambiente que califique ese sitio. Yo incluso ordené que se paralizara el tema porque así rija el estado de excepción, el alcalde se queda con la ciudad y si se la dejan jodida, la responsabilidad es mía.

¿Definitivamente no existió un plan de contingencia?
No había claras líneas ni protocolos de actuación en ningún ministerio. Aquí cada quien intervenía. Llamaba el uno, después llamaba el otro, no había con quién actuar. Eso fue caótico al principio. No hubo protocolos iniciales de actuación… Incluso ahora en el área de la zona cero hay gente que trabaja y come allí cuando todo eso está contaminado. Ahí hay materiales, como el asbesto, que requiere una mascarilla especial y esa pobre gente está corriendo riesgo. Yo he hecho llegar los informes al ministro de Ambiente.

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Usted reclamó, entre otras cosas, que se utilice mano de obra manabita en la reconstrucción y ese reclamo dio que hablar
Fue un clamor de los profesionales, de los empresarios manabitas y, lógico, tenemos que reactivar la economía. Incluso fui drástico y dije ya no traigan alimentos, vengan con recursos para reactivar la tienda del barrio y por otro lado para ir reduciendo el asistencialismo.

Usted dice que está planeando la nueva ciudad, ¿cree que tendrá apoyo del Gobierno?
En el modelo de gestión tiene la palabra el Gobierno local. Nosotros respetamos al Gobierno nacional, pero nuestro modelo de desarrollo, es nuestro. La relación es inversa. El modelo nacional debe incorporarse al Gobierno local...

¿Cuánto se requeriría para reconstruir Portoviejo?
Primero las obras que les corresponde hacer a otras instituciones, primero terminar las obras que estaban empezadas, del Gobierno provincial y nacional, por ejemplo, el hospital de especialidades, la Unidad educativa Olmedo.

¿Y el Municipio cuánto requerirá?
Dentro de un plan que puede tomar 15 a 20 años, Portoviejo requiere de $ 700 a $ 800 millones y que no existen. (I)

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Nunca va a haber certeza de las pérdidas. Lo importante es que los comerciantes están trabajando. Hay que virar la página y armar un nuevo diseño de planificación urbana”.Agustín Casanova, Alcalde de Portoviejo.