Un pedido de las autoridades de EE.UU. marcó un antes y un después en el fútbol mundial. El hecho tuvo lugar en Zúrich, Suiza, en un lujoso hotel, y derivó en la detención, el 27 de mayo de 2015, de siete dirigentes, aunque la Fiscalía de EE.UU. acusó a catorce personas: nueve de la FIFA y cinco empresarios.
Los detenidos fueron Jeffrey Webb, entonces presidente de la Confederación Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf); Eduardo Li, expresidente de la Federación Costarricense de Fútbol; Julio Rocha, de la Federación Nicaragüense de Fútbol; Eugenio Figueredo, de la Asociación Uruguaya de Fútbol y de la Conmebol; Rafael Esquivel, de la Federación Venezolana de Fútbol; José María Marín, de la Confederación Brasileña de Fútbol y quien comandó la organización del Mundial 2014 en su país, y Costas Takkas, exsecretario general de la federación del balompié de Islas Caimán.
Entonces el fútbol empezó a ser sinónimo de corrupción y la FIFA, el máximo órgano rector de este deporte, de mafia. “Comparar a la FIFA con la mafia es casi un insulto a la mafia”, señaló en julio el congresista norteamericano Richard Blumenthal. “La corrupción de esta organización nunca ha sido tan descarada, obvia y arrogante como la que hemos conocido ahora en el ente que rige el fútbol mundial”.
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Los sobornos a cambio de derechos de transmisión, publicidad y patrocinio de torneos y adjudicar sedes de campeonatos, que ascendían a 150 millones de dólares y que los habrían recibido desde 1990, son el trasfondo del FIFAgate, considerado el mayor escándalo de la historia del fútbol.
Detrás están la fiscal de EE.UU., Loretta Lynch, como líder del caso, y Chuck Blazer, exsecretario general de la Concacaf y durante años miembro del comité ejecutivo de la FIFA, como el principal informante. Después de haber admitido recibir sobornos para la elección de los mundiales de Francia 1998 y Sudáfrica 2010, en 2011 Blazer empezó a colaborar con el FBI en la investigación que desencadenó la suspensión por ocho años de Joseph Blatter, presidente de la FIFA desde 1998, de toda actividad vinculada con el fútbol. No sin antes haber peleado por su hegemonía en el organismo.
Blatter reelecto para dirigir la FIFA
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Tras el primer operativo realizado por la justicia suiza, Webb deja de ser presidente de la Concacaf el 28 de mayo. Ese mismo día, Michel Platini, presidente de la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA), pide a Joseph Blatter que renuncie a un nuevo mandato, pero el suizo, de 79 años, se niega y un día después es reelegido hasta 2019. Aunque el triunfo no duraría mucho.
El 2 de junio, ante la presión mediática, Blatter anuncia su dimisión y la convocatoria de un congreso extraordinario para elegir a un nuevo presidente. Al mes siguiente, el 29 de julio, mientras seguían dándose detenciones, nuevas acusaciones, pedidos de extradición, apelaciones y revelaciones de la prensa, así como algunos implicados entregándose a la justicia de sus respectivos países, Platini anuncia su candidatura. Solo que en septiembre la justicia suiza anuncia la apertura de un procedimiento penal contra Blatter por “sospecha de gestión desleal y abuso de confianza” y por un “pago desleal” de 1,8 millones de euros a Platini. Ambos son suspendidos por 90 días y la FIFA congela la postulación de Platini.
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Un segundo operativo se da el 3 de diciembre. La Policía suiza irrumpe en el Baur au Lac, el mismo hotel que fue escenario de los arrestos de los primeros implicados en el escándalo en la cúpula del fútbol mundial, y detiene al paraguayo Juan Ángel Napout, presidente de la Conmebol, y al hondureño Alfredo Hawit, de la Concacaf.
Horas después, Lynch anuncia que la acusación de mayo se amplió a otros 16 dirigentes de Centro y Sudamérica –entre ellos Luis Chiriboga, presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol– por crimen organizado, fraude electrónico y conspiración para lavar dinero. “No contentos con secuestrar el deporte más popular del mundo por décadas con ganancias ilícitas, estos acusados trataron de institucionalizar su corrupción para asegurarse de que podían vivir de ella, no por el bien del juego, sino para su propio”, refirió la fiscal que destapó la olla de la corrupción del deporte más popular del mundo. (I)