El caso que dejó en la lona al gigante automovilístico alemán, con una plantilla mundial de 590.000 operarios y un volumen de negocios de 200.000 millones de euros, fue sacado a la luz por el International Council on Clean Transportation (ICCT), una organización no gubernamental (ONG) con sede en EE.UU., que cuenta apenas con 27 colaboradores, según su web.

El ICCT e investigadores de la Universidad de Virginia Occidental revelaron que Volkswagen había instalado un software de manipulación de resultados de los controles de contaminación de vehículos diésel.

La firma reconoció luego haber colocado ese dispositivo fraudulento en once millones de vehículos. El caso ya forzó la renuncia del presidente de VW, hundió sus acciones bursátiles y le valió un aluvión de demandas que podrían costarle decenas de miles de millones de dólares.

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“Las ONG se han convertido en actores insoslayables en las denuncias” de malas prácticas empresariales, afirma Yann Louvel, de la red asociativa BankTrack, que vigila procedimientos del sector bancario.

VW se suma así a otros grandes del mercado que cayeron en las redes de las investigaciones de las ONG.

Ayer se conoció que el software fue instalado también en autos de la firma en Europa. (I)