En las luces revolotean como si jugaran, chocan de un lado a otro. Unos se ubican frente a los edificios, saltan sobre los transeúntes; sin previo aviso cubren las paredes de restaurantes y negocios. Así, los grillos crean incomodidad en las calles, hogares y oficinas guayaquileñas, con sus tradicionales saltos y sonidos que, incluso, llegan a generar miedo entre varias personas, llamado entomofobia.