Se quiebra en llanto al recordar a quienes dejó atrás y la realidad del país en el que no vio “nada positivo” durante los 36 años en que lo habitó y cuyo sistema sumó a su familia a las miles que sufren por estar divididas. Y que en pleno siglo XXI no se pueden ver, ni por Skype, a falta de acceso a tecnología.