Comer demasiado rápido se ha convertido en un hábito común en nuestra sociedad moderna, donde el tiempo es un factor determinante en nuestro día a día. Sin embargo, esta práctica aparentemente inofensiva puede tener consecuencias negativas para nuestra salud a largo plazo.

Pero, más allá de la vida acelerada que muchas personas pueden llevar en la actualidad, ¿de dónde nace esta necesidad de consumir los alimentos con rapidez y qué se puede hacer para frenar o por lo menos ralentizar este mal hábito?

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¿Por que siempre como demasiado rápido?

Comer demasiado rápido puede afectar a nuestra salud. Foto: Freepik

Según Huffpost, desde el punto de vista científico, se desconoce cuál es el mecanismo exacto que causa ese impulso de engullir velozmente cada alimento. Sin embargo, lo que sí es seguro es que esta costumbre puede tener las siguientes consecuencias:

  • Aumento de peso porque las señales de saciedad tardan en llegar al cerebro.
  • Proceso de digestión más lento y pesado.
  • Hinchazón, acumulación de gases y dolor abdominal.

Al momento de comer rápido se activan dos células o mecanismos que regulan la velocidad con la que se come, según un estudio realizado en ratones por un equipo de investigadores de la Universidad de California en San Francisco.

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“La clave para reducir el impulso de comer rápido puede estar en las papilas gustativas. Es decir, ante un sabor que nos gusta, el cerebro reacciona de dos maneras, por un lado, animándonos a comer más porque está rico y por otro ralentizando la ingesta para evitar que nos siente mal”, indica también Huffpost.

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En este sentido, la necesidad de comer rápido podría nacer de ese primer bocado que no se saborea apropiadamente, el cual impide que el cerebro active el mecanismo para ralentizar la ingesta de alimentos.

(I)

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