Las peleas a gritos entre hermanos podrían parecer más ruidosas y opresivas durante una pandemia, cuando todos están confinados en casa; pero según Jeanine Vivona, profesora de Psicología en el Colegio de Nueva Jersey que ha estudiado la rivalidad fraterna, “competir con los hermanos simplemente es un hecho de la vida. Y nosotros, como personas con hermanos y personas con hijos, solo podemos tratar de lidiar con eso de la mejor manera posible”.

El libro del Génesis contiene lo que Mark Ethan Feinberg llama las “historias fundacionales de la psique occidental”. Feinberg, experto en el comportamiento entre hermanos de la Universidad Estatal de Pensilvania, señala que, entre otras cosas, el libro está repleto de historias de hermanos asesinos y envidiosos, como Caín y Abel y Jacob y Esaú. Además, esas narraciones despliegan “temas que los investigadores aún exploran: actos atroces, conflictos por el amor y los recursos y la triangulación de los hijos en los conflictos parentales”.

Estatua de Caín, por Henry Vidal, en el Jardín de las Tullerías, París, Francia. Foto: Shutterstock

La rivalidad fraterna es tan abismal que hace cientos de años, cuando la tasa de mortalidad infantil era mucho más alta, los hijos menores de 5 años con hermanos casi contemporáneos tenían más probabilidades de morir. Estos decesos con mucha probabilidad “se debían a una mayor prevalencia de enfermedades infecciosas pediátricas en dichos hogares, a niveles menores de nutrición maternal y quizás a una competencia más general por la atención de los padres”, explicó Sarah Walters, profesora asociada de Demografía en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, y autora de un estudio sobre hermanos y acumulación de mortandad en la Bélgica del siglo XIX.

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¿Cuándo dejarán por fin de pelearse?

Aun así, los estudios observacionales han mostrado que hoy los conflictos entre hermanos pueden darse hasta ocho veces en una hora. Otras investigaciones han encontrado que las parejas de hermanas suelen ser las más cercanas y que un par de hermanos varones es el que presenta más conflictos. “El conflicto sí disminuye en la adolescencia; digamos que se nivela”, afirma Feinberg. “La infancia temprana y media son épocas especialmente difíciles en cuanto a agresión fraternal”.

Si bien la mayoría de los hermanos ahora no se anda peleando por migajas, en términos psicológicos la rivalidad fraternal tiene un fin en el desarrollo de los niños y las niñas: los ayuda a descubrir qué los hace únicos y especiales, lo que también se conoce como diferenciación. Los niños quieren que sus padres los consideren los más especiales, así que “siempre van a buscar que los prefieran” sobre sus hermanos, comentó Vivona. Pero también pueden dar forma a sus intereses y personalidad como respuesta a los deseos y habilidades de sus hermanos.

¿Cuántas veces al día han peleado sus hijos en el último año? Foto: Shutterstock

Por ejemplo, digamos que el hermano mayor es un as del fútbol. Entonces, talvez el hermano menor evite el fútbol a toda costa, ya sea porque tema no ser tan bueno o porque tema quizá ser mejor, y tampoco quiere correr ese riesgo, dijo Vivona. O puede ser que ambos terminen en el equipo de fútbol, pero el mayor sea el que se lo toma más en serio y el menor intente ser el gracioso del equipo.

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La infancia temprana y media son épocas especialmente difíciles en cuanto a agresión fraternal.

Mark Ethan Feinberg

¿Los castigo o los separo?

El que la rivalidad fraterna sea algo esperado no significa que no haya maneras de mitigarla. A continuación se presentan cinco sugerencias de expertos sobre cómo lidiar con las riñas entre hermanos.

  1. Dése cuenta de lo que las detona. “Ponga atención a qué es lo que normalmente pasa antes de que se detone el conflicto”, aconsejó Sally Beville Hunter, profesora asociada clínica de Estudios de la Infancia y la Familia en la Universidad de Tennessee, campus Knoxville. Si sus hijos pelean cada vez que juegan videojuegos, por ejemplo, asegúrese de estar cerca cuando se pongan a jugar. Ponga atención a las palabras o tono de voz que sean combativos y trate de intervenir antes de que la situación pase a mayores.
  2. Ayúdelos a aprender a resolver conflictos. Una vez que los ánimos se hayan calmado, siéntese con sus hijos y haga que hablen del problema “sin acusar ni echar culpas”, aconsejó Feinberg. Dé a cada niño la oportunidad de hablar sin interrupciones y pídales que piensen en soluciones para resolver el problema. A partir de los 6 años los niños pueden “evaluar con cuáles de las soluciones propuestas todos salen ganando y cuáles tienen más probabilidad de funcionar y satisfacer a ambos con el tiempo”. También deberían volver a comentar los problemas cuando las soluciones elegidas ya no funcionen.
  3. Alábelos en público y castíguelos en privado. Si sus hijos se están tratando bien en público, “alábelos haciendo mucho alboroto”, recomendó Hunter. Por ejemplo: “¡Qué bien que dejaste que tu hermana se subiera primero!”. Pero si los va a criticar, intente hacerlo sin que escuche el otro, porque este podría usarlo como arma: “¡Acuérdate que mamá dijo que no podías bajar brincando del sillón!”.
  4. Intente encontrar momentos en los que todos puedan unirse. Los temperamentos y personalidades de sus hijos pueden ser parecidos, o quizá no. Talvez a ambos les guste bailar, o a uno le guste bailar y el otro solo quiera jugar ajedrez. Talvez uno sea rígido y el otro es un espíritu libre. “Trate de encontrar actividades en común en las que todos puedan ser flexibles y que los hagan sentir conectados”, sugirió Vivona.
  5. No tema elegir una actividad, como una noche de películas en familia, que pueda suponer una discusión interminable mientras los niños deciden cuál ver. “Que sea muy demorado no debe hacer perder de vista que es algo valioso”, mencionó. “La rivalidad la van a vivir, eso es inevitable”. Pero, al final, todos estarán disfrutando un momento en compañía y comiendo palomitas de maíz, y sus hijos aprenderán habilidades valiosas, como saber ceder. Aunque tengan que volver a ver Toy Story.
Los niños son capaces de reconciliarse fácilmente si se les crea un ambiente favorable.

No olvide que la pandemia es una época difícil para los niños. “Todos estamos pasando más tiempo en interiores juntos, sobre todo en el invierno”, dijo Hunter. “Creo que algunos de estos conflictos de verdad podrían resolverse diciéndoles a los niños que salgan a correr”. A veces se ponen ansiosos si están encerrados, así que incluir un poco de actividad física, aunque sea una carrera de obstáculos en casa hecha con cojines de sofá, puede aligerar el humor.