Las medicaciones rara vez son bienvenidas por adultos, ni por los niños. Los más pequeños a veces incluso se niegan a abrir la boca. Los padres suelen disimular el sabor de los medicamentos mezclándolos, por ejemplo, con alguna papilla. Pero los especialistas recomiendan que, antes de dar ese paso, se asesoren con su pediatra o farmacéutico sobre qué alimentos son más apropiados para estos fines.