En un año en que las computadoras, teléfonos inteligentes y tabletas han pasado de ser un complemento de entretenimiento de niños y adolescentes a las herramientas de su educación escolar, las buenas intenciones de los padres de separar a los chicos de los dispositivos al menos unas horas al día parecen haberse frustrado.

El contenido sincrónico y asincrónico, por poner un ejemplo, requiere que el niño esté, virtualmente, en clases por la tarde y por la mañana, y que aún a la noche algunas familias estén conectadas, completando ese deber que no alcanzaron a hacer temprano. El nuevo límite para entregar tareas parecen ser las 20:00.

Este es el más grande experimento en tiempo real que se le ha realizado a una generación, dice James P. Steyer, fundador y director de la organización educativa Common Sense Media, que en 2015 hizo un Censo del Uso de Medios de Preadolescentes y Adolescentes. En 2019 decidieron actualizarlo, y los indicadores, en opinión de Steyer, son preocupantes.

Publicidad

“No conocemos aún el completo impacto social, emocional y cognitivo de que nuestros hijos sean gradualmente consumidos (...) por los retos cada vez más sofisticados del mundo digital, que está moldeado por una industria no regulada”, manifiesta Steyer.

¿Qué encontró el censo 2019 realizado entre 1.600 menores estadounidenses de 8 a 18 años? Que los preadolescentes (el grupo de 8 a 12) pasan un promedio de cinco horas al día frente a la pantalla, mientras que los adolescentes están siete horas y media. ¿Parece poco? Esto no incluye el tiempo de clases y tareas.

Sus hábitos también reflejan las nuevas tendencias de los medios. La audiencia de los equipos de televisión, inteligentes o no, está decayendo. El consumo de videos en línea, en cambio, sube como espuma: para 2019, más del doble de jovencitos están viendo videos web (sobre todo en YouTube) que en 2015, por lo menos una hora al día.

Publicidad

Ver videos en línea es la actividad más popular entre preadolescentes, y la segunda entre los adolescentes (que siguen prefiriendo escuchar música). No es una sorpresa, dice Steyer, puesto que YouTube se ayuda de algoritmos que recomiendan video tras video de contenido, sin mayor filtro.

Estos saltos en el uso de medios también están impactando la forma de vivir de los jóvenes. “Ahora sabemos que la mayoría de los adolescentes duerme con el teléfono cerca, acortando el tiempo de descanso”, añade Steyer. En contraste, un tercio de los adolescentes en Estados Unidos dice que lee por placer menos de una vez al mes.

Publicidad

La edad de uso de dispositivos también se ha acortado. El número de niños de 8 años con teléfonos inteligentes propios fue de 11 % en 2015 a 19 % en 2019. (Mire a su alrededor, ¿qué edades tienen los niños que conoce, poseen teléfonos y cuentas de redes sociales? Probablemente sí). Cuando esos niños han cumplido los 11 años, publicó el censo, el 53 % de ellos tiene un smartphone, y a los 12 ya esto sube al 69 %.

El estatus socioeconómico hace la diferencia. Los preadolescentes de hogares de mayor ingreso usan entre una hora y 50 minutos menos de pantallas digitales al día que aquellos de hogares con menores ingresos. La diferencia en el grupo adolescente es similar. El reporte no incluye la causa de esta disparidad.

Es fácil, dice Steyer, culpar a las tendencias digitales, como Fortnite o TikTok, pero el asunto es más profundo que eso, pues las aplicaciones pasan de moda, pero mientras los dispositivos estén a la mano, aparecerán nuevas a reclamar nuestra atención y la de los niños.

Cosas que no han cambiado desde 2015: la edad para empezar a usar redes sociales (en promedio, 14 años) y el hecho de que los chicos usan sus dispositivos para consumir, y muy rara vez para crear. “A pesar de las nuevas promesas de los aparatos digitales, los jóvenes pasan muy poco tiempo generando contenido propio”. El uso es, principalmente, videos, videojuegos y redes sociales. La mayoría de los chicos no disfruta de leer, escribir, hacer videollamadas o crear contenido con sus dispositivos, apenas uno de cada diez, en los dos grupos de edades.

Publicidad

Niños y niñas, las grandes diferencias en línea

Este es un terreno en el que niños y niñas se distancian. Sus gustos están muy marcados, sobre todo al jugar. Los chicos (el 70 % de todas las edades) disfrutan todos los tipos de juegos: móviles, de computadora y de consola. Para las chicas, es una de sus actividades menos favoritas (el 23 % lo disfruta, pero solo el 9 % juega todos los días, en contraste con el 41 % de los varones). Y de los chicos que juegan a diario, esto se convierte en 79 minutos. Las niñas están en 14 minutos.

¿Qué les gusta a las niñas, entonces? Escuchar música, leer y ver televisión en sus dispositivos, además de usar las redes sociales. La mitad de las niñas aman esto último (las adolescentes le dedican 90 minutos al día), en comparación con un tercio de los chicos (51 minutos en el caso de los adolescentes).

Como dato adicional, la mayoría de estos jóvenes no usa ninguna herramienta para medir el tiempo de uso de las pantallas. Y sus padres tampoco. En cambio, parece haber más compromiso a la hora de monitorear el contenido online. La mitad de los preadolescentes y un cuarto de los adolescentes afirmó que sus padres usan alguna app para observar lo que hacen en sus teléfonos y tabletas.

Recomendaciones para regular el consumo digital de sus hijos

Es importante conocer que los videos influyen en los procesos psicológicos superiores, como la atención, percepción, memoria y otras funciones ejecutivas, dice el psicoterapeuta Dennis Guzmán. ¿Cómo competir con los atractivos videos y videojuegos y recapturar la atención del niño y del adolescente hacia alguna actividad personal, creativa y recreativa?

“Cuando deseamos recapturar la atención del niño o adolescente, primero debemos tener un acercamiento y explicar qué vamos a hacer, de qué manera y cuál es el objetivo a alcanzar”. Elija siempre una actividad personal acorde con los gustos e intereses de sus hijos, sea arte o deporte. No es suficiente con comprarle algún implemento o llevarlo a algún sitio para que le enseñen. Involúcrese activamente.

Ahora la parte más temida. ¿Cómo segmentar los espacios de uso de la tecnología en la familia? Es realista querer hacerlo, dice Guzmán, pero es importante determinar ciertas pautas.

  • Establezcan los horarios de uso (de acuerdo con la edad).
  • Hablen sobre el tipo de contenido que van a visualizar.
  • En el caso de los niños, el adulto tiene que supervisar todo el contenido, ya que las sugerencias automáticas de qué ver rara vez tienen filtros confiables.

No imponga una dieta tecnológica absoluta de golpe. "Todo cambio genera una resistencia hasta el momento en que el niño o adolescente empieza a adaptarse”, asevera el psicólogo. “Si restringimos súbitamente el acceso solo tendremos respuestas negativas y desafiantes, por lo que es recomendable en niños empezar reduciendo minutos cada día de la semana, y en caso de adolescentes, generar acuerdos cumpliendo actividades académicas, familiares y tareas de hogar que puedan realizar a cambio de hacer uso de la tecnología”.

No puede esperar que sus hijos remplacen el tiempo con la pantalla por periodos en los que no harán nada con usted o con otros miembros de la familia. Ellos deben desempeñar tareas diarias como ayudar en la cocina y en la limpieza, pero también tener momentos de distracción familiar en los que todos participen. Por ejemplo, la familia necesita tener un programa de ejercicios físicos, sea en casa o en un espacio abierto. Cuando el niño y el joven se sientan útiles y vean el beneficio en lo que hacen, crearán un concepto positivo del tiempo familiar, y lo buscarán. (F)