En el 2020 hubo muchos libros del año. No únicamente los editados durante los doce meses que señala el calendario, aunque, claro está, aplaudo que en un periodo tan difícil haya existido gente que siga apostando por la empresa editorial, ámbito que incluso en tiempos normales resulta adverso. Ni solo los que alcanzaron visibilidad en los medios de comunicación, aunque, por supuesto, celebro que haya libros destacados y autores que mostraron, mediante sus publicaciones, su inmenso talento creativo.

Para mí, los libros del 2020 fueron todos los que acompañaron a la gente durante los meses críticos de la pandemia. Quizá ese libro que alguien pidió a una librería local y que fue enviado a domicilio sorteando dificultades. Ese libro que usted compró y permanecía cerrado encima del velador o de algún lugar de la casa y que durante el 2020 decidió leer. Ese libro en PDF que una amiga le pasó a otra por correo electrónico.

Un libro de la antigüedad puede tener una poderosa actualidad. O, al revés, un libro reciente puede exhibir un tufo de vejez".

Ese libro viejito que ya se había leído y se volvió a leer. Ese libro magia, que mientras la televisión y las redes sociales narraban el caos del coronavirus, él, por el contrario, en sus páginas mostraba un mundo diferente: una historia cautivadora o un verso revelador. Una palabra que fue entretenimiento, compañía, origen de reflexiones. Para mí, esos son los libros del 2020.

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El libro del año, por tanto, no es el que tuvo como fecha de impresión el 2020, sino el que cuenta el 2020 como fecha en que llegó a manos de un lector. La etapa en que fue descubierto y leído por alguien. La literatura, los libros y la lectura, sabemos, trascienden los años y las modas. Un libro de la antigüedad puede tener una poderosa actualidad. O, al revés, un libro reciente puede exhibir un tufo de vejez. Todo es posible en este reino. Que en el 2021 los libros nos sigan acompañando. (O)