La vida (y muerte) de Pablo Escobar es una historia que no deja de crear mitos, algunos relacionados con sus crímenes o fortuna, y otros con su estilo de vida e intimidad en familia. La Navidad para el capo colombiano era una celebración importante. Una fiesta en familia.
El canal Telemundo de Estados Unidos tuvo acceso a Laura Escobar, la sobrina del capo del narcotráfico, que se dedica a explotar económicamente la imagen de su tío a través de tours guiados, souvenirs y un gran portafolio de objetos de interés alrededor de su figura. Sobre la Navidad de Escobar, la mujer también tiene una historia que contar.
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Según Infobae, Laura recrea a un capo mucho más familiar, una imagen que mantuvo dentro de su núcleo más cercano, aunque desde allí mismo ordenaba los crímenes más atroces.
Pablo Escobar junto a sus hijos Manuela y Juan Pablo, y a su esposa Victria Henao(Victoria Eugenia Henao – Editorial Planeta).
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Entre los excéntricos rituales de Pablo Escobar durante esta época de diciembre estaban los rezos obligatorios a figuras como El Niño Jesús de Atocha o al Arcángel San Miguel, a quien se encomendaba para que no lo encontraran las autoridades, la DEA o sus enemigos, todos detrás de su cabeza.
Sobre los rituales de protección y prosperidad, la mujer le dijo a la cadena Telemundo que conserva desde hace 27 años “una bolsita roja, de terciopelo, con un cordoncito dorado, y dentro de ella hay cinco elementos: salud, abundancia, prosperidad, amor y gratitud”, que según Laura Escobar era un amuleto obligado del capo para fin de año.
Laura Escobar muestra los objetos de su tío. Imágenes: Captura de Telemundo.
Pero con los años, el mismo Pablo Escobar se ha convertido en una figura de superstición para cientos que peregrinan y asisten a sus tours en Medellín. Entre las calles de la capital de Antioquia, donde operaba el mayor cartel del narcotráfico de la historia, Telemundo encontró a Miguel Ángel Cardona, un hombre que asegura que la figura de Escobar es su propio amuleto de buena suerte por estas fechas.
Cardona tiene como costumbre colgar, en el árbol de navidad, billetes de un dólar con la cara del narcotraficante, mezclados con figuras religiosas. De esa manera, dice, ha logrado atraer el dinero y ganar en los juegos de lotería locales. Incluso a la pregunta de por qué le tiene tanta fe, responde que él (Escobar) en vida le dio casa.
Carolina Coy, la corresponsal de la cadena estadounidense en Medellín, informó que entre las costumbres de fin de año del narco no solo estaban estas cábalas, sino también era prácticamente un requisito que toda la familia estuviera reunida, y de comer, natillas y buñuelos, dos de los pasabocas más tradicionales en Colombia para estas fechas.
Los regalos, una de sus debilidades
Años antes de su muerte, Jhon Jairo Velázquez Vásquez (alias, Popeye), el exjefe de sicarios del Cartel de Medellín y uno de los hombres más cercanos a Escobar, reveló en su canal de YouTube que el narco amaba las navidades, y que una de sus debilidades eran los regalos para su hija Manuela, en los que no escatimaba esfuerzos para cumplir sus deseos.
Una de las historias que dan cuenta de lo excéntrico de su comportamiento en estas fechas fue la de inventar un unicornio. Escobar les encargó a sus hombres que consiguieran un hermoso caballo blanco de raza pura para convertirlo en el animal mitológico. Para ello, dispuso que al equino le incrustaran un cuerno de toro en la punta de la cabeza y le instalaran unas alas de papel, solo para complacer a su hija.
El resultado fue tan trágico como todo lo que tocaba Escobar, el caballo murió por una infección generalizada a los pocos días, contó en su momento el lugarteniente del capo, a quien se le señaló de la muerte de casi 3.000 personas, de las cuales alcanzó a confesar 250.
Según la viuda de Escobar, la historia del unicornio es solo un mito, surgido del día que su hija cumplió cinco años y el padre le regaló una yegua negra.
Manuela, hija de Escobar, en su cumpleaños número cinco sobre la yegua que le regaló el capo.
Pero para Escobar nada era un problema, según el mismo Velázquez, pues muchos de los animales que llevó a su popular Hacienda Nápoles eran realmente caprichos de su hija, que pedía especies nuevas cada cierto tiempo. Así lo hacía con estrellas de televisión, cantantes y todo tipo de personajes.
Para su esposa, Victoria Henao o La Tata, el narcotraficante también ofrecía grandes fiestas y en Navidad había un desfile de millones de dólares en joyas, viajes y caletas donde escondía ‘tesoros’ para sus parientes.
Las obras de ‘caridad’
El aprecio que muchos en Medellín aún le guardan a Escobar tiene su origen en una de sus tradiciones navideñas. En los meses de diciembre, cuando ya amasaba una fortuna por cuenta del narcotráfico, bajo su fachada de filántropo ofrecía ayudas de todos los tamaños a los menos favorecidos de la capital de Antioquia.
Durante un mes de diciembre, el narco mandó a construir un barrio con más de 200 viviendas para la gente pobre que antes habitaba en Moravia, el gran basurero de Medellín. También proyectó 50 canchas de fútbol y envió regalos para el arbolito para todos los habitantes de esa región. Lo llamaban el “Robin Hood Paisa”.
En las intrincadas barriadas de Medellín no habían servicios como agua; electricidad y teléfonos. Allí fue como los diciembre cambiaban todo. La Navidad de Pablo Escobar era la más esperada; ya que misteriosamente grandes contratistas hacían casas. En las mismas habían servicios, habían calles de concreto y hasta un taxi; para que el jefe de familia trabajara.
Los habitantes pobres de las frías barriadas de Medellín además recibían todo; recibían desde comida, carros y hasta becas. Las personas esperaban esos regalos dados por “El Patrón”; los mismos iban desde televisores además de cocinas.
Incluso cuando Escobar estuvo recluido en la cárcel de Itagüí, tuvo el dinero suficiente para organizar una Navidad por lo alto con un enorme banquete y música, donde su madre fue la invitada especial. Justamente comenzando diciembre fue cuando el capo se privó de este tipo de celebraciones y por ello sentía mucha nostalgia de estar con sus hijos, al punto que arriesgó todo por verlos.
Cada Noche Buena Escobar se empeñaba en cumplir los deseos de Manuela. La carta de la niña a Papá Noel era un mandato para él. Si su hija quería un nuevo animal para el zoológico de la Hacienda Nápoles, él lo conseguía aunque tuviera que mandarlo a traer desde África en un avión privado. Si su hijita pedía conocer a un cantante o una figura de la televisión, él organizaba una fiesta para que la estrella actuara solo para la familia.
El mismo Juan Pablo Escobar o Sebastián Marroquín -el nombre que eligió el hijo mayor del jefe narco cuando empezó una nueva vida en Argentina para empezar una nueva vida-, graficó la devoción que sentía su padre por su familia con un revelador recuerdo: en una de las guaridas su hermanita tiritaba de frío y no había modo de calentar la habitación. Entonces, su padre tomó lo único que tenía a mano para hacer una hoguera y calentar a la niña: un saco repleto de dólares. Quemó dos millones. (I)