En la Bogotá de 1984 el narcotráfico estaba en la puerta del horno, en pleno auge y la mentalidad de "dinero fácil" estaba plagando la ciudad entera, no solo a los jóvenes de pocos recursos sino que hasta los jóvenes de estratos altos de la sociedad conformaron una banda en uno de los barrios más exclusivos de la ciudad. La pandilla adinerada se hizo popular con el tiempo. Se llamaban 'los Billis'.
Aunque empezó como un parche de amigos se transformó en una banda captada por el narcotráfico de esa época.Conformada por adolescentes de estratos 5 y 6, se tomaron el Unicentro, en ese momento el único centro comercial de Colombia. Se hablaba de tropeles del Negro Tadeo, Esteban, Pinky, Pirata, Juano, Lucas, y de una gallada desorganizada de centenas de muchachos de clase alta .
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Felipe Mercado creció en el barrio donde nacieron los Billis y gracias a su licenciatura en letras de la Universidad Central, las vivencias que tuvo y las redes sociales, donde encontró un grupo de personas que también vivieron eso escribió el libro ‘Se llamaban los Billis de Unicentro’, donde cuenta su historia como testigo directo de lo que ocurrió en es época y que vio cómo y personas de su barrio se vieron afectadas por el actuar de los Billis.
"La nostalgia, la muerte, la diversión, el amor en la carrera 15 de los ochenta, está condensada en este libro que no hace una apología al crimen, sino que rememora aquellas escenas que bailan en la mente del autor y en el que juzga, apelando a los hechos, a los delincuentes que mataron a muchos Billis, y a los propios Billis. Pero que también es un retrato de una ciudad que desapareció", escribió Murillo.
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En el texto Mercado narra como los jóvenes, casi niños, roban una pequeña droguería en el norte de la ciudad y el botín se reparte entre todos los cómplices y algunos amigos más.
Ese episodio muestra la talla de quiénes eran ellos, en su cofradía, todo era para todos, era una democracia bellísima. Si había un perro caliente, era un mordisco para cada uno, era una vaina de locos, éramos unos niños y esos manes me demostraron que los Billis eran solidarios y comprometidos, por eso fueron tan unidos, siempre andaban en gallada y por eso los vimos como un objeto de culto, fueron tristemente célebres.
Los detalles son específicos. Los integrantes de la pandilla tenían una forma particular de vestir: pantalones entubados, zapatos Zodiac, las motos, los carros y las joyas que muy pocos en la ciudad podían permitirse comprar.
Con el tiempo, relata Mercado, los Billis se tomaron Uniplay, el lugar para jugar videojuegos arcade como Space Invaders o Asteroids, muy de moda en esa época, y en donde tomaban trago y se drogaban sin importa nada.
“Yo tenía mi tesis en torno a la influencia negativa y tóxica que había tenido sobre mi generación esa época del narcotráfico, por ese culto al dinero fácil y esa arrogancia del traqueteo. Nosotros estuvimos muy condicionados por esa cultura. Para soportar esos argumentos me basé en los testimonios de unos amiguitos que conocí desde muy pequeño, que eran los Billis, ellos vieron cómo mataron a sus amigos, sus hermanos, desde el principio de los 80 éramos unos niños que jugábamos en las maquinitas, y ahí comenzó todo, porque resulta que ese fue el caldo de cultivo para esa pandilla”, contó Mercado al periodista Óscar Murillo para una entrevista con el medio El Tiempo.
Los directivos del Centro Comercial, no aguantaron más su presencia y tomaron acciones para sacarlos del lugar con ayuda de la Policía. Así, la pandilla llegó a la carrera 15 donde se tomaron la zona de la 98, en donde las discotecas como Río, Amnesia, Scape, El Urban, Stardust, Fuente Azul, Unicornio se convirtieron en el sitio de reunión captadas también por el perico (droga) y la rumba pesada.
Un fragmento del texto reza:
¿Y quién era el billi más popular? Era el negro Tadeo, el principal fundador de la gallada. El primero. El más propio desde sus orígenes, el más pinta, el más probón, el Mohamed Alí del parche, el más alzado y parlador, el más ganador, el más lindo. El Michael Jackson del combo. El papá de la pandilla. El primer ídolo. La única verdadera estrella de los billis. El pionero del soye. Aquí donde usted me ve, yo soy el negro más bravo.
En el texto, Mercado también cuenta como algunos hombres de los Billis terminaron muertos, en la mendicidad o en la Cárcel y los escenarios antes mencionados ya no existen. "Me duele todo, la muerte de estos manes, aunque los envidiaba, me duele que nuestra generación se haya ido por el sifón, porque más de uno sigue siendo igual, delincuentes, mentirosos, y tramposos, pero el 90 por ciento somos gente de bien”, finalizó. (I)