La persona amada ya no está, pero su ropa y su sillón favorito sí. Deshacerse de las pertenencias del padre, compañero o hermano muerto es una tarea muy dura para los familiares. No solo desde lo organizativo, sino sobre todo desde lo emocional. "Eso es así porque los objetos representan un vínculo con la persona fallecida. Las posibilidades de contacto usuales ya no existen tras la muerte. Pero el pijama que aún tiene el olor de la persona que murió sigue estando", explica Christine Kempkes, que ofrece servicios fúnebres y también brinda discursos de despedida en funerales en Alemania.

Un álbum de fotos tomadas en la casa de los padres ya fallecidos puede mantener vivos los recuerdos, aún cuando la casa paterna ya esté vacía.

Con la selección de los objetos, muchas personas toman conciencia con dolor que la persona fallecida ya no se sentará en ese sillón o se pondrá ese suéter. Ya no regresará.

No hay un momento ideal para revisar las cosas
"En qué momento conviene comenzar a seleccionar y descartar las cosas de la persona fallecida es algo muy individual", señala Silke Szymura, que también ofrece servicios fúnebres y da discursos en funerales en Alemania. "No hay un momento 'correcto' que sirva a todos los deudos por igual", añade.

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Algunas personas prefieren deshacerse cuanto antes de las cosas para no tener que verlas todo el tiempo. Otras necesitan meses o años para poder afrontar esa tarea. "Lo importante es no dejarse presionar por otros con frases como 'empieza al menos por el armario'", opina por su parte el analista especializado en duelos alemán Tobias F. Mende, quien también brinda discursos de despedida en funerales.

En su opinión, las personas deberían seguir sus propios sentimientos en vez de escuchar al entorno. "Hay que confiar en que se encontrará el momento adecuado", dice Szymura. Y explica que aunque parezca inimaginable, después de un tiempo el "no puedo hacer esto" se transforma en un "estoy dispuesto a dar el primer paso".

Las fotos de los ambientes en su estado original pueden ayudar
A veces el tiempo apremia. Como, cuando por ejemplo, hay que desmontar rápido la casa de los padres porque ya no se puede pagar el alquiler. "En esos casos es una buena idea sacar fotos de los ambientes antes de desmontarlos, y tomar fotos en detalle de esquinas u objetos favoritos de la persona que murió", dice Kempkes.

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Con estas imágenes se puede armar un álbum de fotos. De esta forma, los familiares tienen la oportunidad de hacer un "paseo" por los ambientes de la persona muerta. Esto puede ser sanador, sobre todo si el tiempo para despedirse fue insuficiente.

Hay otra cosa que los familiares no deben olvidar cuando están bajo presión: "Se puede personalizar el proceso", dice Szymura. Es decir que, quien quiera, puede escuchar por ejemplo mientras ordena música que le recuerde a la persona muerta, o comer sus dulces favoritos. Estos pequeños rituales, que son muy personales, brindan contención.

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Pedir ayuda a amigos
También puede ser de ayuda pedirle a un buen amigo o amiga que esté presente durante el proceso, no solo por la contención emocional, sino para dar una opinión neutral ante la pregunta: "¿Me quedo con este objeto o lo descarto?".

Para no sentirse sobrepasado, lo mejor es ir de a poco. "Primero hay que avanzar con los cuartos y objetos más fáciles, y dejar para el final lo emocionalmente más delicado. No hay que tirar o regalar las cosas sin pensar, sino sostenerlas a conciencia en la mano y preguntarse: '¿Quiero conservar esto? ¿O mejor lo regalo?'", explica Mende.

Si la decisión es "mejor lo descarto", puede ser útil no echar simplemente las cosas a la basura sino encontrarles un sentido, como donar la ropa a un teatro o a centros de ayuda social. "Otra linda idea es invitar a amigos del muerto para que puedan quedarse con alguna cosa que les guste", dice Kempkes.

Archivar los recuerdos en cajas
Muchas personas tienen miedo de perder los recuerdos que tienen de quien murió. "Para muchos deudos es bueno, sobre todo en el caso de los niños, tener una caja de recuerdos", afirma Mende. La ventaja es que cuando duele tenerlos a la vista, se los puede colocar en el estante superior del armario.

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Además, hay formas bien creativas de conservar los recuerdos. "Hoy en día se pueden publicar en formato de libro intercambios de chat", señala Kempkes.

Tristeza, miedo, enojo, agradecimiento: ordenar las cosas del difunto es muchas veces un caos emocional. ¿No es una traición a la pareja muerta regalar sus libros? ¿Por qué guardaba tantas cosas inútiles? "Hay que atravesar los distintos sentimientos", opina Szymura.

La especialista recomienda ser amoroso con uno mismo al ordenar y no condenar los propios sentimientos. Lo mejor es hablar con uno mismo como se hablaría con un amigo. Tampoco hay que exigirse ser fuerte en una situación así. Hay otra cosa que puede facilitarles a los que se quedan el ordenar las cosas del difunto: hablar sobre los deseos del difunto antes de su muerte, si es posible. "Esto tiene la ventaja de que tras la muerte del familiar, las personas que deben ordenar sus cosas sienten menos impotencia", afirma Mende. Además, ayuda a eliminar el temor a estar traicionando al difunto porque se conocen sus deseos.

"Hay que tener mucho coraje para llevar adelante una conversación así, pero puede ser un regalo muy grande tras la muerte", sugirió Mende.