Traer a la memoria parte de la vida de personas que dejaron su legado es también recordar lo que nosotros en vida podemos hacer y poner ejemplo para las actuales y futuras generaciones. Festejando a Guayaquil en su bicentenario, resaltamos la figura de Ana Villamil Icaza, la compositora y profesora guayaquileña responsable de musicalizar el poema escrito por José Joaquín de Olmedo, luego de la gesta de la Revolución del 9 de Octubre de 1820. “Saludemos gozosos / En armoniosos cánticos / Esta aurora gloriosa / Que anuncia libertad / Libertad, libertad”, versa parte del himno oficial de Guayaquil que celebra la independencia de esta ciudad, pero que debería ser también un homenaje que cada ecuatoriano debería hacer para el progreso de sus pueblos. Ana Villamil tuvo un gran reto y lo cumplió en medio de las actividades que realizaba como maestra particular de piano y de música y canto en algunas escuelas.

Los historiadores Hugo Delgado Cepeda y Rodolfo Pérez Pimentel resaltan detalles relevantes de esta artista que falleció a los 64 años de edad en la casa que, luego de su restauración, aún se ubica en pleno centro, en las calles 10 de Agosto y Chimborazo, a un lado del parque Seminario, donde, en una de sus esquinas, el Municipio levantó una estatua para perpetuar la labor de esta destacadísima dama, quien en su adolescencia fue discípula del maestro Antonio Neumane, compositor y pianista, autor de la música del Himno Nacional del Ecuador.