No soy feliz, no le encuentro sentido a mi vida, a veces quisiera contagiarme de algo y morir; sin embargo, me cuido porque no quiero arriesgar a mi familia o a mis compañeros de trabajo, quienes supongo quieren vivir. Llevo una vida relativamente cómoda y aparentemente feliz. Tengo 30 años, llevo casada cinco años con un maravilloso hombre de mi edad, con quien tenemos un saludable hijo de 2 años.

Resulta que en algún lado leí que cuando tienes hijos la vida cambia, todo se vuelve mejor, la maternidad es maravillosa, no hay nada mejor que el abrazo de un hijo. Y pues, aquí estoy, efectivamente todo eso es cierto, las cosas buenas se han tornado mucho mejor; no obstante, en mi caso, las cosas malas por igual, se han vuelto peores. Soy consciente de que esto no es normal y trato de autoanimarme cuando me siento así.

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Por lo general estoy rodeada de gente y llevo una vida muy ocupada (desde antes de la pandemia quise escribirles, pero no había logrado darme este tiempo). Aunque no tenga mucho tiempo libre para sentirme triste o mal, lo cierto es que muy dentro de mí cada vez me siento peor. Al principio creí que se trataba de depresión posparto, pero ya son dos años y nada cambia. Desde antes de embarazarme ya sentía de repente el sinsentido y la tristeza, pero nunca antes había deseado morirme.

También me he convertido en una persona muy sentimental. No me gusta salir a ciertos lugares de la ciudad donde hay mucha indigencia o pobreza, porque me pongo a llorar. Realmente no sé cómo los demás pueden vivir felices. Ver las noticias, conocer de personas que se duermen sintiendo hambre, niños que solo conocen la pobreza y mendicidad, bebés sufriendo del síndrome de abstinencia. La ciudad cada día está peor. ¿Será que solo los ignoran? Yo no puedo. Antes de tener a mi hijo creo que me era más fácil encontrar la manera de desentenderme de todo esto, pero ahora no. Y para las personas que lean esto y digan que el motivo de vivir son nuestros hijos, pido que se respondan cómo viven las madres a quienes la muerte les ha arrebatado a todos sus hijos o cómo viven las mujeres que no pueden o no quieren tener hijos.

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En la cuarentena leí el famoso libro de Víctor Frankl, lo cual me dio un poco de esperanza, seguramente me falta un poco de orientación de un profesional en salud mental. Estuve buscando en la web algún psicoanalista, pero no lo encontré.

Anónima,
Guayaquil

Estimada lectora anónima. Hasta que por fin se decidió a actuar y escribirnos. Eso indica que algo se va moviendo con usted. ¿Será que su próxima jugada está en visitar a un psicoanalista (o al profesional de salud mental que prefiera)? Y sobre eso, en Google le aparecerán algunos nombres de colegas de variadas vertientes, con sus respectivas páginas web, publicaciones, experiencias, perfiles.

Quizá solamente necesite un poco más de detenimiento para ver. Detenimiento que rima con tiempo, lo cual usted dice que no tiene, que no ha tenido, que está perdido ¿con lo hermoso de la maternidad, con su trabajo, con su esposo maravilloso? Uno puede leer por todos lados que ser madre es maravilloso, pero la maternidad tiene un lado del que nadie habla, porque causa culpa y se calla con ese poder que tiene la cultura para convencer de que la maternidad es, además, una bendición.

Me gustaría saber cuáles son las cosas buenas “que se han tornado mejor” y las malas que se "vuelven peores”. Lo mejor es que lo cuente. Sus preguntas gritadas al mundo son válidas, ¿pero usted cómo las responde? Cada cual está viviendo sus luchas, sobreviviendo a las batallas que la propia vida le da. No podemos hacer nada con lo que se viene cocinando durante siglos en nuestra sociedad y el mundo, en general: pobreza, guerras, virus y miserias. Pero si a usted le interesa, puede saber que con preocuparse por su propia batalla y preguntarse lo mismo usted (para lidiar con lo que se presenta en su hogar o con sus cercanos) ya cumple con el mundo.

Víctor Frankl solo hizo algo con su padecimiento: inventó una forma novedosa para sobrevivir ajustada a él y quizá usted puede hacer lo mismo sin seguir el mismo camino que Frankl, sino a uno que le convenga mejor. Además, ya que mucho se pregunta cómo hacen los demás, cómo los otros pueden (incluidos los gurús de la psicología), cómo viven, entonces usted ¿cómo lo piensa hacer?

Carlos Silva Koppel,
psicoanalista.
Email: carlos.silva.koppel@outlook.com
Twitter/Instagram: @filosocar