Es posible que trabajar de manera remota haya eliminado su traslado a la oficina y le permita pasar el día en pijama, pero también significa que lo más probable es que sea bombardeado con comunicaciones digitales cada segundo del día —desde correos electrónicos por motivos personales y profesionales que saturan sus bandejas de entrada hasta notificaciones push que le reportan sobre cada nuevo suceso informativo hasta el interminable atractivo viral de Twitter e Instagram—.

Si sufre de fatiga tecnológica o simplemente intenta volverse más productivo en línea, a continuación enumeramos algunos pasos para organizar su panorama digital.

Cree una separación

Cal Newport, un profesor de Informática en la Universidad Georgetown que escribe sobre la intersección de la tecnología con la cultura, dijo que muchas personas sucumben ante lo que él define como el método de lista/reactivo: reaccionan de manera instantánea a la comunicación —mensajes de texto, correos electrónicos, mensajes por Slack— mientras que de vez en cuando intentan avanzar en su trabajo. Un momento están respondiendo a un correo electrónico de la maestra de su hijo y al próximo están ingresando a una llamada en conferencia —lo que desvanece la línea entre lo profesional y lo personal—.

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“Fusiona las vidas por completo”, dijo Newport. “Nunca dejas de trabajar. Siempre te sientes rezagado”.

Para evitar ese ciclo, estipule un horario digital fijo que dicte de manera clara cuando está trabajando, cuando está atendiendo a su familia y cuando se está relajando. Responda a las comunicaciones relacionadas con las diferentes partes de su vida solo en esos horarios. Asigne bloques de tiempo para revisar mensajes de texto personales. Y solo lea los titulares del día en la mañana, para que no lea noticias de manera informal durante las horas laborables.

“En nuestra situación actual, no ver cualquier noticia pareciera ser una traición a nuestra responsabilidad cívica”, dijo Newport. “Pero, asimismo, ver noticias todo el tiempo es una traición a su salud mental”.

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Apéguese a algún tipo de horario

Intente partir el día en bloques bien definidos. Robert Pozen, un exejecutivo de negocios y conferencista del Instituto de Tecnología de Massachusetts, ha propuesto que la cantidad óptima de tiempo para concentrarse en una sola tarea es de 75 a 90 minutos, punto en el cual la fatiga comienza a aparecer. Si eso parece imposiblemente largo, intente la Técnica Pomodoro, la cual consiste en ciclos de trabajo de 25 minutos acompañados por descansos breves.

Fije expectativas

Hable con sus colegas —o, si es un maestro, con sus alumnos— sobre cuándo está disponible para responderles.

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“Fije expectativas para todos los involucrados”, dijo Lynette O’Keefe, la directora de investigación e innovación en Online Learning Consortium, una organización sin fines de lucro que brinda asesoría sobre enseñanza digital a los educadores. Eso puede ayudar a reducir el volumen de mensajes que recibe y dejar en claro a las personas que su horario podría no alinearse con el de ellos. Por ejemplo, los educadores deberían decirles a sus estudiantes si responden correos electrónicos en horas no laborables o no.

Se espera que estemos mucho más disponibles, lo cual tal vez es irónico”, dijo Ioana Literat, una profesora de Comunicación en el Teachers College de la Universidad de Columbia. “Tenemos muchas más responsabilidades y, ahora, nuestras vidas son muy caóticas”.

Sobre los descansos: son esenciales, incluso cuando parecen un lujo desconcertante. Investigaciones han demostrado que periodos de descanso contribuyen a la mejora del estado de ánimo y a una mayor productividad tanto para adultos como para los jóvenes. Reserve tiempo para un paseo en bicicleta o para trotar; tome una caminata alrededor del vecindario durante el almuerzo o después del trabajo con su familia.

Cree espacios diferenciados de trabajo y de escuela

Comience por estructurar su ambiente físico para que sea fácil para usted y para sus hijos activarlos para el trabajo o la escuela. El lugar donde trabaja, e incluso lo que viste, ayuda a enviarle señales al cerebro sobre en qué modo debe estar, según Donald M. Rattner, un arquitecto en Nueva York que se especializa en espacios en el hogar y en la oficina que incrementan la productividad y que es el autor del libro My Creative Space (Mi espacio creativo). Si es posible, ponga las estaciones para la escuela o el trabajo cerca de fuentes de luz natural, las cuales ayudan a que una habitación se sienta más grande de lo que en realidad es. “Cuando su espacio se siente abierto, su mente tiende a estar más abierta a nuevas ideas”, dijo Rattner.

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Si no hay espacios separados, puede crearlos con pantallas plegables, cortinas, libreros o unidades modulares de estantería. Solo mantenga sus espacios de trabajo y escuela definidos de manera clara: no trabaje en la cama y evite comer el almuerzo en su escritorio. Si todavía está restringido por los metros cuadrados de su hogar, busque un escritorio anclado al muro que se pueda guardar al final de la jornada laboral. También vale la pena invertir en sillas cómodas —para usted y sus hijos— dada la cantidad de tiempo que en la actualidad todos pasan sentados.