Después de mi consulta, en el cel hubo un silencio. Mi llamada a Fernando Balseca era a Quito, donde él se desempeña como profesor en la Universidad Andina. Además de columnista de opinión en el Diario, Fernando hace colaboraciones mensuales para La Revista, con los temas literarios que son su pasión.

Pero el silencio se cortó de inmediato. “Sí, claro que sí; pero recordemos por encima de todo al Olmedo poeta”, enfatizó. En el alma bicentenaria de este guayaquileño residente en la capital lo que se guarda íntimamente es la memoria de un escritor que no solo fue un padre de la patria, al visionar un país independiente de España.

Balseca releva las palabras de Fernando Iwasaki: “Si la poesía lo salvó de ser como cualquier político, José Joaquín de Olmedo debería ser recordado esencialmente como poeta”. Y recuerda también a Marisa Martínez Pérsico: “Olmedo crea la historia de la independencia, según una concepción muy moderna de artefacto literario. Balseca nos recuerda que incluso en la exaltación de la guerra, Olmedo destaca otros valores heroicos que no tienen que ver con las armas. Ni tampoco olvida en los poemas los pequeños y grandes milagros de la naturaleza “y ve cómo una flor se abre con los rayos del sol y cómo acaba”.

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En estos días octubrinos tan especiales es vital traer a nuestras vidas el espíritu de ese gran hombre en todas sus facetas. Balseca nos acerca a un gran guayaquileño, cosmopolita, humano, independentista.