Odiamos el sonido de la alarma por la mañana, pero definitivamente para muchos es indispensable contar con esta herramienta para lograr despertarse.

En 1787 se inventó el primer reloj despertador de la historia, aunque por su precio, era exclusivo para personas adineradas, se según una publicación del sitio web Gizmodo.

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Afortunadamente, en la actualidad contamos con diferentes dispositivos que pueden cumplir con esta función: nuestro celular, tablet, un despertador e incluso el televisor; no obstante, la humanidad no siempre contó con estos aparatos y por lo que era necesario recurrir a singulares métodos.

Estos son algunos de los sistemas más efectivos que se usaban cuando los relojes despertadores no eran tan populares:

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Beber mucha agua

El historiador Stanley Vestal señala en su libro 'Warpath' que los Sioux (un pueblo indígena americano asentado en los territorios de lo que ahora son los Estados Unidos) optaban por beber mucha agua por la noche cuando deseaban levantarse temprano al día siguiente.

La urgencia por ir al baño definitivamente presiona a cualquiera a salir de la cama.

La importancia de los campanarios

Hasta prácticamente finales del siglo XVIII eran muy escasas las personas que contaban con un reloj en sus casas, por lo que las torres con relojes, que se remontan a la antigua Grecia, tenían gran relevancia.

Los relojes de agua o clepsidras vienen del antiguo Egipto, pero la aparición de relojes capaces de dar la hora mediante campanas no se generalizó hasta el siglo XII.

Desde la Edad Media muchos confiaron en las campanadas de estos relojes para despertarse, con el paso del tiempo estos dejaron de ser útiles.

Ser despertador, casi una profesión

Debido a la revolución industrial y los trabajos que debían cumplirse en las fábricas, fue necesario que muchos se despertaran a una hora específica. Es así que ser despertador se convirtió en un trabajo en Reino Unido.

Hombre y mujeres, denominados Knocker-Uppers, iban de casa en casa con palos largos para tocar las ventanas y despertar a sus habitantes. Esto se volvió muy popular en ciudades de Inglaterra e Irlanda. También se usaron cerbatanas para disparar pequeñas piedras a los cristales. El oficio de Knocker-Upper se prolongó desde alrededor de 1800 hasta bien entrada la década de los 50.(I)