Cuando tenía 15 años, la actriz, hoy de 47, viajó a España de intercambio como estudiante de castellano y pasó algún tiempo en un pequeño pueblo en los alrededores de Talavera de la Reina (provincia de Toledo) y regresó a Estados Unidos enamorada de esa tierra extranjera. Su cariño por la cultura y la gastronomía española persisten hasta hoy, así como su gran fluidez al hablar español (con acento ibérico) y transmitirlo a sus hijos, Apple y Moisés, de quienes afirma que pronuncian poco, pero entienden casi todo en nuestro idioma. “Tuve la experiencia más maravillosa allí. Realmente cambió mi vida”, dijo años atrás en una entrevista. “España se convirtió en un segundo hogar para mí. Es tan diferente de Estados Unidos. Todo tiene una historia, y los edificios tienen años y años y años. Aquí en los Estados Unidos un edificio viejo tiene unos 17 (años), y allá es del 500 a. C., es increíble”.