“Hola, hola, Pepsi-Cola”. Una y otra vez. Cada día. En todo sitio. Así mismito es el saludo que escuchaba de los siempre sonrientes comerciantes egipcios, cada vez que me identificaban como turista latinoamericano de visita en su fantástico país. ¿Por qué Pepsi? ¿Por qué no Coca?, me preguntaba al inicio.