Los consultorios pediátricos tienen alta concurrencia por intoxicaciones, aseguran médicos pediatras como Jaira Hidalgo, quien brinda algunas recomendaciones, que empiezan por: busque asistencia médica de emergencia.

Una intoxicación o envenenamiento es una urgencia en pediatría ya que puede poner en riesgo la vida del paciente. Ante un evento de este tipo y al comprometer de forma inminente la vida del niño se debe acudir de forma inmediata a un servicio de urgencias pediátricas o a su vez llamar al sistema de emergencias médicas para asistencia domiciliaria.

Jaira Hidalgo, quien es miembro de la plataforma de gestión de citas médicas Doctorisy, señala que “los signos y síntomas van a depender del tipo de sustancia, la cantidad de la sustancia y el mecanismo por el cual causó el daño. Si se trata de una ingesta accidental de sustancias químicas como los desinfectantes, las principales molestias son gastrointestinales: molestias en boca por lesiones, dolor abdominal, náusea, vómito o diarreas”.

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Pero “si estas lesiones se generan por exposición directa, las principales manifestaciones estarán en la piel: lesiones enrojecidas, prurito y quemaduras químicas superficiales. También debo mencionar que a la ingesta accidental de otros productos químicos, como los destapacaños, hay que añadirles compromiso del estado de conciencia, una somnolencia importante o pérdida del conocimiento”, señala la especialista.

Y, en el caso de consumo de medicamentos, se mezclan alteraciones gastrointestinales con irritabilidad, somnolencia y estado de coma.

En estas situaciones, lo primero es guardar la calma, identificar el producto o sustancia que haya causado el evento y, de ser posible, la cantidad ingerida. Esto será muy importante al momento de llegar a la unidad de asistencia médica, ya que direccionará rápidamente al personal de atención. Finalmente, hay que buscar asistencia médica calificada, ya que está comprometida la vida, pero también hay riesgo de secuelas irreparables.

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Explique antes de prohibir. Prevenga: no deje al alcance de los niños compuestos potencialmente tóxicos. No solo basta con ponerlo en gavetas, sino bajo llave. Eduque a los niños sobre los posibles efectos que podrían tener estos componentes si los consumen. Use palabras claras y simples. No prohíba simplemente, ya que eso solo motiva al niño a confrontar y desobedecer.