Gustavo Costa von Buchwald, especial para La Revista
La piel sirve como barrera protectora entre nuestros órganos internos y el medioambiente. Nos protege de ataques físicos, químicos, rayos del sol y regula nuestra temperatura. La piel nunca nos falla porque se renueva constantemente. A través de ella sentimos el frío o calor, la picadura de un insecto, el dolor de un raspón, la suave sensación del abrazo de una madre y la emoción del toque de la amante. Se podría decir que es el portero de nuestro cuerpo.