El tiempo suele pasar más lento cuando nos encontramos en silencio y más aún cuando estamos solos. En medio de este aislamiento, como es común, buscamos espacios de interacción que nos ayuden a distraer y hacer que ese reloj se mueva como antes.
Twitter se convierte en el gran aliado para los que no pueden callar. Allí nos peleamos y lanzamos opiniones solo porque la app nos da la opción. Otros entramos a Facebook a recomendar, a pedir, a compartir, a rezar o a lanzar la queja del día contra todo lo que sentimos.

Nos perdemos un rato viendo la vida de otros que, como patio ajeno, siempre puede lucir mejor que la nuestra. Luego, para afianzar la misma idea, damos un paseo por Instagram y por qué no, compartimos allí el mejor lado de nuestra vida.

Los artistas, maestros de yoga y otros expertos en sus temas nos comparten en vivo su tiempo y muchos lo agradecemos de corazón. Tik Tok nos deja vivir la fantasía de ser niños, actores, cantantes, bailarines y nos invita a cumplir retos entretenidos para quienes lo hacen y también para quienes lo vemos.

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Navegamos por el sinfín de cursos online gratuitos que se nos han puesto a disposición para sobrellevar la cuarentena. Para que estos cursos sean un éxito, solo se requiere tener internet y disciplina. De esta forma podemos pasar los días llenando de ruido nuestra vida, pues el silencio a veces puede ser desesperante.

Los artistas, maestros de yoga y otros expertos en sus temas nos comparten en vivo su tiempo y muchos lo agradecemos de corazón. Tik Tok nos deja vivir la fantasía de ser niños, actores, cantantes, bailarines y nos invita a cumplir retos entretenidos para quienes lo hacen y también para quienes lo vemos".

Pero hay también quienes se ausentan de las redes y dedican este tiempo, como el sabio de la historia cuyo autor se desconoce, a entrenar a los animales que todos llevamos dentro: dos halcones, dos águilas, dos conejos, una serpiente, un burro y un león.

Los dos halcones se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno o malo. Ellos los entrenan para que vean lo bueno. Esos halcones son los ojos. Las dos águilas que con sus garras hieren y destrozan, hay que entrenarlas para que se pongan al servicio de los otros. Esas águilas son las manos.

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Los conejos quieren ir a donde les da la gana y esquivan las situaciones difíciles. Hay que enseñarles a estar tranquilos a pesar del sufrimiento. Esos conejos son los pies. La serpiente está encerrada en una fuerte jaula, lista para atacar y poner su veneno en el más débil. Esa es lengua y es uno de los animales más difíciles de entrenar.

El burro es obstinado, siempre está cansado y se niega a llevar su carga cada día. Ese es el cuerpo. Por último, hay que domar al león. Este quiere ser el rey, es vanidoso, orgulloso y se cree el mejor. Ese es el ego.

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Si logramos identificar a uno de estos animales en nuestras redes sociales es momento de salir de allí y entrar en nosotros mismos. Permitir que estos animales sigan transitando por el mundo real y virtual haciendo destrozos es no haber aprendido ninguna lección. Si hacemos como el sabio de la historia habremos hecho la verdadera conexión. (O)