Hay que aplaudir la victoria de Beto Larco en Masterchef Ecuador. Mientras sus contrincantes mostraron platos dignos de una final, la presentación de Beto fue una mezcla de gastronomía con expresiones culturales, propias de la región Amazónica ecuatoriana, que dieron a los jueces una experiencia sublime. A Beto le debemos dar las gracias no por ganar la competencia, sino por demostrarnos que nuestra riqueza cultural es un factor determinante a la hora de dar resultados.

Por esta razón, si queremos generar una experiencia tanto a clientes como a colaboradores, tenemos que gestionar la cultura. Así como la salud de una persona se muestra en el semblante, la cultura de la empresa se expresa en sus productos o servicios, y, por ende, rinde cuentas en los resultados.

Para gestionarla, debemos comprender que la cultura organizacional tiene dos grandes fuentes que la alimentan. Por un lado, tenemos las creencias, costumbres y valores de las personas que integran la organización, y por otro, está la propuesta de la empresa declarada por sus directivos en la misión. Sin embargo, hoy la tendencia mundial es que las empresas no se enfoquen tanto en la misión, sino que se guíen por un propósito.

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Las empresas con propósito son aquellas que articulan el porqué de su existencia con los problemas que buscan resolver, incorporando valor a las comunidades en las cuales desenvuelven sus actividades.

Así la empresa generará conexiones más profundas con sus consumidores, pero además será atrayente para los que laboran en ella.

De hecho, está demostrado que más del 50 % de los mileniales considerarían trabajar en una empresa cuyo propósito esté alineado con el cuidado del medioambiente o alguna causa social que haga el bien a la comunidad.

Así como un adolescente busca su identidad para ir desarrollando su personalidad con el afán de sentirse valioso, cada empresa debe buscar su propia razón de ser dentro de su contexto social.

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Por esto, en Humane sostenemos que las empresas no deben replicar modelos exitosos como si fueran una plantilla, sino que los líderes debemos pensar tanto desde la perspectiva de las necesidades del capital humano de la empresa como desde las expectativas de todas las personas a las que podemos llegar.

Beto consiguió, con su triunfo, enaltecer la cultura de la cual él se nutrió. Asimismo, todos nosotros tenemos el deber de rescatar lo mejor de nuestra cultura, plasmarla en modelos exitosos y generar desarrollo humano sostenible en la comunidad a la cual pertenecemos. (O)