Un hombre no está realmente muerto hasta que no haya muerto también el último hombre que lo conoció, decía Jorge Luis Borges. Con esta referencia comienza Elisabeth Roudinesco (1944) su brillante biografía de Segismundo Freud. La autora, directora del Departamento de Investigaciones de la Universidad de París Diderot (París 7), cree que la frase de Borges se aplica a Freud. Aunque probablemente aún haya por allí algún individuo que cuando era niño lo habría conocido al Dr. Freud, lo cierto es que el fundador del psicoanálisis pasó su vida escribiendo y aun cuando llegó a destruir alguno de sus escritos –como para complicarle el trabajo a historiadores como Roudinesco– más fue lo que dejó y se ha logrado preservar que lo que destruyó.
Después de la excelente biografía escrita por Peter Gay –cuya lectura se las recomiendo también– parecía (o al menos me pareció a mí) que se había dicho todo sobre la vida de tan influyente y polémico pensador. Pero no ha sido así. Este trabajo de Roudinesco constituye un interesante y novedoso aporte en el que parecería es la inacabable tarea de conocer a este personaje, especialmente por el acceso que ella tuvo a decenas de archivos y documentos nuevos y que han ido apareciendo luego de la mencionada biografía de Peter Gay.
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Roudinesco nos ofrece con esta biografía una moderna y hasta cierto punto audaz interpretación del fundador del psicoanálisis. Una lectura crítica, pero sin duda simpatética de quien sigue despertando pasiones y enconados debates. El libro rastrea la vida de Freud desde sus primeros años como el mayor de ocho hijos de una próspera familia judía austriaca hasta sus últimos días en Londres, donde tuvo que refugiarse de la persecución nazi y donde falleció trabajando. La autora recrea la vida del fin de siècle de Viena en las postrimerías del imperio de los Habsburgos, un momento de extraordinaria creatividad artística, filosófica e intelectual, en general. Desde su modesta vivienda en el 19 de la calle Berggasse, Freud fue desarrollando sus investigaciones sobre los desórdenes nerviosos abriendo el camino para incursionar en el enigmático mundo de nuestra conciencia y deseos. A pesar de lo revolucionario de su pensamiento y hasta escandalosas hipótesis, para algunos, Freud fue en muchos aspectos un hombre conservador, tal como lo señala la autora. El libro está lleno de fascinantes aspectos de la vida de este heredero de la Ilustración alemana, desde su pasión por la arqueología hasta sus opiniones sobre Proust y Miguel Ángel.
Una versión en español de esta biografía salió en 2015 y este año la editorial Debate (Barcelona) ha editado una nueva versión igualmente en español, lo que ayudaría a quienes aún no la han leído y están interesados en hacerlo. (O)