El auge y la decadencia de la música pop, la carrera por conectarse primero en internet, la guerra contra el terrorismo, la globalización (y la ‘anti’ también) y la avalancha de teléfonos celulares de todos los tamaños, colores y sabores marcaron cada aspecto de nuestra vida en las últimas dos décadas.

Y muy poco nos dimos cuenta, aunque todo lo que estaba ocurriendo terminó reflejándose en nuestros armarios. Pero con una pizca de perspectiva, podemos analizar y valorar los sucesos que influyeron la moda durante estos 20 años y cómo se proyecta al futuro inmediato.

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Legados noventeros

“Hasta 1999 fue la época de grandes diseñadores. Versace recién había fallecido en el 97... Valentino, Gianfranco Ferré y Armani seguían en todo su apogeo”, recuerda el diseñador cuencano Gustavo Moscoso. “Fueron los últimos años de gloria, cuando la moda aún era costosa, de estatus, y no se conocía el fast fashion”.

A finales del siglo pasado los diseñadores tradicionales estaban en todo su apogeo (diseño de Valentino, 2000).

 

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Ahora se ha abierto el abanico de diseño, contrasta Moscoso: apasionados, estudiosos y aficionados lanzan sus proyectos de moda con la visión de llegar a nuevos y diferentes públicos.

Esta situación también motivó la difusión de carreras en moda, algo poco común en los 90, reconoce el autor de indumentaria. “Fue positivo para Ecuador el interés repentino en este rubro, ha ayudado a crecer las industrias textileras, a diversificar las importaciones de textiles, a crear talleres y con ello generar trabajo. Por todo lado es una ganancia”.

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En cuanto a estilos, el cambio de siglo ha sido terreno para tres corrientes de vestuario. Por un lado, hay un resurgimiento de tendencias del siglo anterior, ante la falta de uniformidad en estos años, contrario a lo que ocurrió en el pasado, donde es fácil relacionar un look o una prenda con años específicos. ¡La minifalda es de los 60! ¡El traje gánster es de los 30!

Hay un marcado fenómeno de buscar inspiración en el pasado. Con ello tomaron fuerza las figuras ‘hipsters’ que prefieren indumentaria ‘vintage’, o de segunda mano.

 

“Hay un marcado fenómeno de buscar inspiración en el pasado”, sostiene el redactor de moda argentino Valentín Ferreyra. Con ello tomaron fuerza las figuras hipsters que prefieren indumentaria vintage, o de segunda mano.

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Por otro lado, hay una mayor conciencia de libertad y necesidad de sentirse más cómodo. “Se presentan productos emblema para la nueva década: las zapatillas Converse All Star, los jeans Levi’s 501 y las gafas de aviador Ray Ban. Además, las camisetas de bandas se popularizan y estructuran un nuevo gusto de vestimenta”, agrega Ferreyra. Finalmente, el streetstyle se apodera de la moda y con ello las manifestaciones personales de los transeúntes empiezan a recibir el mismo flash que las pasarelas.

Los transeúntes empiezan a imponer estilos desde sus expresiones personales. Asi nace el 'street style'.

 

 

Íconos irreemplazables

La muerte de dos influencias, en los extremos opuestos de la alta costura, nublaron el panorama de las últimas dos décadas, según la visión de Álex Margary, editor de moda. “Ocurrió lo que muchos veían como lejano: la muerte de Karl Lagerfeld, probablemente el ser más emblemático de la industria”, resalta. Su deceso en febrero marcó el fin de una era.

Karl convirtió la histórica Chanel en una aspiración mundial, dice Margary. De ahí a que sea una de las firmas más codiciadas y que todos queramos tener un pedazo de Chanel en las manos.

Por más de 30 años Karl Lagerfeld reinventó el tweed y la cartera acolchada (‘quilted bag’) en la pasarela. Su muerte en febrero marcó el fin de una era en Chanel.

 

El diseñador de origen alemán conformó un equipo de desarrollo textil que reinventó en cada colección el traje tweed y la cartera acolchada (quilted). “La gran mayoría de sus ítems se convertían en un must have (imprescindible)”.

Por otro lado, señala Margary, está el suicidio de Alexander McQueen en el 2010. El autor inglés nos transmitió el gusto por el vestuario con excesiva teatralidad y con una feminidad muy oscura y tétrica. “Nadie ha podido estremecer a la tan frívola industria de la moda como él”, explica Margary. “Su poder de encontrar la belleza en lo grotesco fue celebrado en el MET (2011) en una exhibición sin precedentes. Su muerte aún atormenta a muchos con la idea de qué más nos pudo haber mostrado”.

Alexander Mcqueen nos legó un excesivo dramatismo a la hora de vestir. Su ingenio fue celebrado en una exhibición en el Met en el 2011.

 

 

Las generaciones del lujo

Los mileniales, y quienes vienen tras ellos, están dominando el nicho de moda de lujo y cambiando sus reglas. “Los nacidos entre 1978 y 1992 representan el 32% del mercado de lujo personal. Para 2025 llegará a la mitad de la cuota mundial”, reseña un reporte de Forbes de noviembre.

Para considerarse de lujo, un producto debe cumplir dos estándares: acabados artesanales, o a mano, de alto nivel (lujo es igual a calidad superior) y exclusividad, es decir, mostrar algo que los demás no pueden tener.

Las nuevas generaciones exigen a la moda diseños de lujo, pero con espíritu social y de cambio. Gucci ha anotado estos preceptos y lleva la delantera en este nicho de mercado en expansión.

 

La generación del milenio le ha dicho “X” a todo eso. “Están menos interesados ​​que las generaciones anteriores en el estatus”, señala un informe de Deloitte. Más que todo, valoran el diseño por su autenticidad, pasión y propósito. “Se sienten atraídos por las empresas con enfoque ético”, puntualiza Forbes.

Una firma en la delantera es Gucci. La marca ha establecido un programa que informa, en un micrositio, las políticas de responsabilidad social empresarial, la satisfacción de los empleados, entre otros. Este esfuerzo le otorga la autenticidad y la transparencia que buscan los consumidores. “Es una de las marcas que más impacto han causado en la industria”, señala Alex Margary. Y también será una de las más emuladas en este sentido.

 

Fast-fashion y ecología

Un fenómeno de gran impacto en la moda es la expansión del fast fashion, añade Moscoso. Uno de los ejemplos más notables es Zara, gran ícono de la ‘moda rápida’. La tienda insignia del grupo español Inditex produce vestuarios muy parecidos a los de las casas de moda, de alta gama, a precios bastante accesibles.

En 1988 se extendió a América, llegando a Estados Unidos y luego a México en 1992. Desde el 2000 anida mercado en Asia y Europa oriental. En Guayaquil abrió sus puertas en el 2013.

Zara abrió sus puertas en Guayaquil en el 2013. Esta fue su primera colaboración en La Revista.

 

“Yo recuerdo a amigos que regresaban de España con unas camisetas increíbles. Pero no se sentían tan orgullosos por los precios. Ahora comprar en Zara es toda una experiencia cool”, afirma Moscoso, no solo por los precios, sino por sus diseños y sus campañas de marketing que incluyen influencers, blogueros y hasta sus propios compradores.

El cuidado del medio ambiente, que ha empezado a concientizar a los usuarios de moda, es uno de los detractores de la ‘moda rápida’, porque al ser ropa de bajo costo es menos duradera y desechable. De ahí que lo ‘vintage’ se mantenga en crecimiento.

La gigante sueca H&M, madre y padre del fast fashion, ha tomado estas preocupaciones globales, comenta Moscoso, para que medio ambiente y tiendas ganen la contienda ecológica al mismo tiempo.

La gigante sueca H&M, madre y padre del fast fashion, se ha interesado en las preocupaciones ambientales. Dispone cajas de reciclaje en sus tiendas para recibir prendas y telas usadas.

 

Recientemente colocaron cajas de reciclaje en sus locales para recibir prendas y textiles usados, de cualquier marca y condición (“incluso calcetines extraños, camisetas gastadas y sábanas viejas”, dice en su web). Luego, los textiles se envían a una planta de reciclaje. Para estimular esta acción, el ‘reciclador de moda’ recibe una tarjeta con 15% de descuento para su próxima compra.

Con fines políticos y sociales

Otro suceso moldeando la moda es la aparición de movimientos políticos y sociales que se reflejan en la elección de vestuario, materiales y etiquetas. Uno de los más influyentes es el #metoo, campaña que busca visibilizar el acoso y agresiones sexuales en las diferentes industrias.

La moda del lado de la justicia. Así se reflejó en la pasarela roja con vestuario negro como parte de la campaña Time’s Up, para evidenciar el abuso sexual en Hollywood.

 

“Este movimiento no solo convocó marchas masivas en varios países, también tuvo aliados dentro de la moda”, explica Margary. Los diseñadores están apoyando las iniciativas para empoderar a las mujeres, desde mensajes en camisetas de Dior, Chanel, Altuzarra, hasta lucir de negro como señal de protesta en las alfombras rojas (‘Time’s up’), tal como ocurrió en los Globos de Oro.

La influencia digital

Una vez hiperconectados, vemos todo lo que hacen y visten en las geografías más lejanas. “El nacimiento del ámbito digital en el siglo XXI propone un nuevo punto de vista sobre estilos a adoptar y la sociedad genera su propio criterio”, adiciona Ferreyra.

Es aquí que empezamos a conocer más sobre las semanas de la moda, las cuales marcan su injerencia en los armarios. La ventana digital también ha permitido ‘culturizarnos’ un poco más en la moda, haciendo más accesibles sus conceptos e inspiraciones.

Un universo llamado Kim

Y hablando de influencia digital: Kim Kardashian. “¡No hay personaje más amado y odiado en la tierra!”, exclama Margary. “Aunque muchos no disfrutan su existencia, ella ha sabido permanecer como la mujer más influenciante del mundo”.

Kim Kardashian simboliza los cambios de los últimos 20 años: la redefinición del lujo, la imagen como marca, el estilo sin reglamento y la exploración de estilos personales con tendencias de antaño.

 

El Consejo de Diseñadores de Moda de América acaba de premiarla como la más influyente del 2018. Pero Kim no solo es la reina de las redes sociales, por ser la más seguida, emulada o comentada; o por sus portadas sensacionalistas.

Se ha convertido en musa de la alta costura (Balmain, Thierry Mugler, Givenchy, Jean Paul Gaultier) sin la apariencia, la estatura ni la silueta de la norma haute couture. “Los diseñadores están viendo formas y estilos corporales diferentes y están dispuestos a correr ese riesgo”, ha dicho sobre este hecho. Además, como empresaria de moda (ropa, cosméticos, productos de bronceado y boutique) recauda más de 600 millones de dólares al año. Solo con su nombre.