Estudio propone herramienta para medir y evitar el acoso sexual en universidades

En Ecuador hay más mujeres que hombres en educación superior y son las que se gradúan con mayor frecuencia. Sin embargo, el acceso a la investigación, la carga laboral y la remuneración tienen historias distintas. A pesar del acceso a la educación y al empleo, las mujeres continúan llevando el peso de las actividades no remuneradas : dedican 30 horas semanales, 22 más que los hombres, a labores domésticas, de cuidado de personas y voluntariado (cifras del INEC de 2012). Según esos mismos datos, esta actividad (15,41% del PIB) es más importante para la economía del país que la industria de extracción petrolera.“Estamos sosteniendo el sistema”, dice Paz Guarderas, del Grupo de Investigaciones Psicosociales de la Universidad Politécnica Salesiana de Quito.Según ella, allí hay una posible interpretación de por qué el acoso sexual y la violencia de género se mantienen. “Accedemos a espacios laborales y socioeducativos, pero persiste la brecha”. Generar espacios hostiles en el ámbito universitario sería una forma de mantener ese orden.Una primera exploración llevó a indagar qué conocen los estudiantes de una carrera de Ciencias Sociales sobre acoso sexual.Guarderas dice que es visto como una práctica habitual de la vida estudiantil, una forma aceptada de relacionarse. “Una broma”. Sucede sin que los estudiantes busquen apoyo institucional y sin que se lo identifique como tal. Por ejemplo, 30% de los universitarios fallaron en calificar como acoso sexual la práctica de pedir favores sexuales a cambio de calificaciones (40% cree que tampoco lo es el acercamiento físico excesivo, hacer comentarios obscenos o intentar besar al otro contra su voluntad). “A partir de las primeras encuestas hemos podido ver que también los hombres con cuerpos feminizados son acosados por otros hombres, y que los principales agresores son hombres”.En Ecuador, dice Guarderas, es clave entender que este es un tema que está atravesado no solo por las relaciones de poder entre hombres y mujeres, sino por motivos socioeconómicos y étnicos. Así, propone dos variantes para ayudar a los jóvenes a reconocer cuándo una forma de relación que debería ser natural se convierte en una práctica violenta: es indeseado e inaceptable.Tiene un efecto intimidante. Es frecuente.El Código Orgánico Integral Penal (COIP) establece que solicitar actos de naturaleza sexual valiéndose de autoridad laboral, docente religiosa o similar, recibirá una sanción de privación de libertad de 1 a 3 años (hasta 5 en el caso de menores de edad o personas con discapacidad). Sin embargo, la investigadora considera que el Código solo contempla la relación jerárquica (docente-estudiante, cuidador-paciente), mientras que en el espacio universitario hay otro tipo de relaciones.La negación es uno de los obstáculos para la investigación.El tema atraviesa la vida institucional de todas las universidades. “No es cierto que esto no pasa aquí”, dice Juan Cuvi, coordinador del proyecto Plataforma por el Derecho a la Salud y facilitador en un grupo de investigadores de siete universidades ecuatorianas que buscan definir qué es acoso sexual.Parece obvio, comenta Cuvi, director de la Fundación Donum, especializada en salud y derechos, pero hay muchas diferencias en las experiencias institucionales y personales. “Nos tomó dos años de debate y se logró tener un producto para hacer una medición concreta de esta problemática”.Los resultados, espera Cuvi, se concretarán en evidenciar el acoso sexual, en que las universidades puedan realizar sus propias investigaciones, que la autoridad académica genere iniciativas de prevención y erradicación, y que la autoridad política tome medidas. Al momento, un sistema de encuestas piloto ha operado en 19 universidades, a partir de las cuales se ha dado con un instrumento definitivo para aplicarse en todos los centros de educación superior del país. En 2018, Fundación Donum publicó ¿Cómo se mide el acoso sexual?, de autoría de María de Lourdes Larrea, docente de la Universidad Andina Simón Bolívar. El documento está disponible en fundaciondonum.org como ‘El machómetro’, y explica el proceso de diseño y validación del instrumento para la medición del acoso sexual en instituciones de educación superior.En una primera aplicación (542 personas, 4 universidades de pregrado y 2 de posgrado) se han definido cinco tipos de situaciones: comportamientos verbales, no verbales (simbólicos), acercamientos, contacto físico y actos de abuso de poder con fines sexuales. “La frecuencia, el efecto, el contexto y el cómo (sin consentimiento) marcan esta conducta”, dice Larrea, y comparte algunas de las variantes.Un grupo dice haber recibido “toda la vida” llamadas, correos, notas, SMS o mensajes por otra vía con contenido sexual, sin haberlo deseado. Casi tanto hombres como mujeres aseguran que continuamente han recibido comentarios intimidantes sobre su modo de vestir, su cuerpo o su sexualidad. Ellas un poco más que ellos han recibido invitaciones a citas íntimas aun después de haberse negado repetidamente.Al ser un piloto, los datos no son definitivos ni universales, pero alertan y permiten refinar la medición. Sí, las mujeres son más afectadas que los hombres, pero es un mito que a los hombres no les llega este tipo de violencia. El acoso sexual tiene una configuración compleja en la que intervienen género, socioeconomía, etnia y orientación sexual. Los hombres acosados, dice Guarderas, están asociados a una menor jerarquía social.“No es solo una relación de poder”, insiste María de Lourdes Larrea, “va más allá, se produce entre desconocidos, entre pares”. Y hay que tener en cuenta que las relaciones universitarias trascienden del campus.“Reconocemos que en el acoso sexual existe una relación de poder”, como uno de los componentes, concluye Guarderas, “pero es (un fenómeno) multifactorial”. La Espol fue la primera universidad de la región Litoral en aprobar este protocolo de medición desde 2018 y apunta desde entonces a una campaña de sensibilización para estudiantes, docentes y personal administrativo. En las entidades involucradas se brindará capacitación, para luego pasar a la aplicación de la encuesta (en línea). Los resultados serán manejados bajo un acuerdo de confidencialidad y entregados directamente a las autoridades de cada institución. (D. V.)

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