Un titular de diario El Telégrafo, edición del pasado 25 de abril, dice: ‘Los libros infantiles aumentaron 40% en 2018 en el país’. En la nota se señala que, según datos de la Cámara Ecuatoriana del Libro, en 2017 en Ecuador se publicaron 252 títulos de literatura infantil, mientras que en 2018 la cifra subió a 424 títulos. Es una buena noticia que la literatura dirigida a público infantil cuente con este ímpetu, en un país en el que los índices de lectura son, históricamente, bajos. Es en los niños en los que se debe sembrar el gusto lector. El disfrute de la lectura. El acto de leer no como una obligación, sino como un placer y como un derecho irrenunciable. Contrariamente a los de las pasadas generaciones, los niños de hoy tienen la posibilidad de leer a escritores nacionales y de conocerlos e interactuar con ellos.
En Guayaquil hay un considerable grupo de autores que está escribiendo literatura para niños. Destacan, entre otros, Hans Berh Martínez, Verónica Coello Game, María Fernanda Gutiérrez, Margarita Barriga Pino, Lily de Arenas, Piedad Romoleroux. El pasado 23 de abril, con ocasión del Día Mundial del Libro, el programa A vuelo de página, desarrollado en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), invitó a varios de estos autores para que compartieran lecturas, hablaran de su trayectoria, firmaran ejemplares de sus obras y celebraran con el público. Verónica Coello, autora de obras como Banana Split, Se busca novia para solitario George, entre otras, leyó un cuento de reciente publicación. Margarita Barriga llegó con el personaje de su autoría que se ha vuelto muy popular: Mía, la niña guayaquileña aventurera, de la que la escritora ha hecho una saga. Margarita llevó como recurso para acercarse al público uno de sus libros en formato gigante y lo leyó al tiempo que mostraba las imágenes. Piedad Romoleroux, en cambio, usó la rima, el verso fluido y rápido. Compartió varios de sus poemas para niños. Ernesto Torres Terán no es precisamente un autor de literatura infantil y juvenil. Es conocido por sus novelas para público adulto. Pero hace años se entusiasmó y escribió una historia titulada Diecisiete ballenas en una pecera, con la cual obtuvo en 2014 el Premio Internacional de Literatura Juvenil Libresa. De este libro el escritor leyó un fragmento.
A la fiesta librera también se sumó María Fernanda Gutiérrez, actriz y escritora guayaquileña residente en Lima, quien estuvo en Guayaquil para la fecha. Compartió su libro Brujas, una obra concebida como pieza teatral, que habla de la importancia de la magia en nuestras vidas. Y entiéndase por magia, la ilusión, la alegría. Esta obra está salpicada de humor y aderezada con canciones.
Esa tarde, mientras escuchaba a los autores, la pregunta que rondaba mi cabeza era: los niños que se acercan a la literatura, ¿en su juventud y adultez siguen siendo lectores? ¿La lectura, ciertamente, se les convierte en hábito? (O)