Mucho se habla sobre las ventajas que ofrece el trabajo colaborativo en las instituciones: genera rentabilidad, promueve un buen clima laboral, gestiona adecuadamente los proyectos y sustenta el desarrollo. Pero si el trabajo colaborativo es tan excepcional, ¿por qué no vemos su aplicación masiva en las empresas? ¿Acaso su adopción es un asunto muy complejo?