Escribo y hablo de libros nacionales porque me parece que hay una literatura ecuatoriana de calidad que merece ser conocida por los lectores. Algunos se preguntarán qué espacio tienen la lectura y la literatura entre los ciudadanos de Ecuador. Como sabemos, no existen datos actuales sobre la lectoría en el país, excepto el estudio realizado en 2013 que determinó que el índice de lectura del ecuatoriano es de 0,5 libros por año. Y si en Ecuador aparentemente no se lee, ¿para quiénes escriben los escritores?, ¿para quiénes publican las editoriales?, ¿cómo se explica esta especie de pequeño boom de editoriales independientes?

Los libros nacionales siguen siendo desconocidos en el territorio nacional, o circulan en ámbitos minoritarios, entre escritores, académicos y periodistas y entre gente vinculada al sector literario. O entre ciertos estudiantes. Que las ediciones ecuatorianas, en general (hay excepciones, claro está), sean de trescientos, quinientos o de mil ejemplares en un país de 16 millones de habitantes da una idea de que todavía falta mucho por hacer al respecto de la circulación, difusión y lectoría. Creo que los libros nacionales necesitan mayor difusión. Los de autores extranjeros se difunden de muchas maneras y ya vienen, incluso, con su propio marketing. Un buen libro nacional puede publicarse y pasar inadvertido.

Es una oportunidad para escuchar y ver de cerca al autor ecuatoriano y conocer sus reflexiones y sus obras. Esa noche, además, quien desee puede comprarle sus libros, de manera directa, sin intermediarios. Así se allana el camino del libro del escritor al posible lector".

Los clubes y espacios de lectura, muy dinámicos en la actualidad en Guayaquil y Quito, hacen un plausible trabajo por la difusión de los libros y por incentivar el acercamiento a la literatura. En los últimos meses de 2018 el suplemento cultural Cartón Piedra realizó un reportaje en el que destacó un nutrido grupo de iniciativas en Guayaquil, ideadas sobre todo desde ámbitos privados, aunque una que otra también desde lo público. Se está trabajando desde diversos espacios y eso es esperanzador. Algo está cambiando en la ciudad.

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Desde agosto pasado conduzco un programa mensual gratuito de diálogos en vivo sobre literatura ecuatoriana, que se titula ‘A vuelo de página’. Rota cada mes por el MAAC, Museo Nahim Isaías y Presley Norton. La entrada es libre. Me ha sorprendido de manera grata la convocatoria que ha logrado el espacio. En este lapso han estado como invitados los escritores Sonia Manzano, Fernando Cazón Vera, Jorge Velasco Mackenzie, Maritza Cino, Raúl Vallejo y María Fernanda Ampuero. Un público numeroso y entusiasta ha acompañado cada uno de los seis programas. Está a las puertas el séptimo.

Se podría decir que ‘A vuelo de página’ es un reportaje en tiempo real, en el cual se ensamblan diversas voces: la del escritor invitado y la de uno o dos lectores especializados, que participan con sus opiniones. O con lecturas en vivo. Es una oportunidad para escuchar y ver de cerca al autor ecuatoriano y conocer sus reflexiones y sus obras. Esa noche, además, quien desee puede comprarle sus libros, de manera directa, sin intermediarios. Así se allana el camino del libro del escritor al posible lector.

Que la lectura y los libros sean algo cotidiano, no una excepción, ni una rareza. Y para ello todas las iniciativas, por pequeñitas que parezcan, cuentan. (O)