No es un mito ni una verdad absoluta. El enamoramiento de personas con características en extremos opuestos ha sido una constante en la historia de la humanidad.

Desde los romances reales germinados entre príncipes y plebeyos; también en el mundo del entretenimiento, con personajes que se han sentido fuertemente atraídos por hombres y mujeres provenientes de esferas con menos ruido y menos histrionismo.

Justamente eso le ocurrió al actor George Clooney cuando posó sus ojos y sus afectos hacia la abogada y activista Amal Alamuddin, quien nunca había tenido que sortear la atención y extravagancia que provoca estar con una figura de la farándula. “Cuando salimos, hay 50 paparazis tras nosotros, pero ella maneja la situación como una campeona”, ha dicho el artista sobre su adorada esposa.

Publicidad

Atracción y realidad

“Dentro de las terapias de parejas he notado que sí hay una gran atracción en personas con polos opuestos”, explica la psicóloga clínica Paquita Brito. “Hay personas que ven en otro características socialmente deseables (como que es conversador, amiguero, que le gusta salir) y le atrae, porque lo ven como su medio de transporte hacia lo social”, ilustra Brito, quien también es psicoterapeuta.

“Esta atracción puede dar resultado en el plano del amor, siempre y cuando superada la etapa de ilusión y enamoramiento ambos decidan adecuarse a sus diferencias y a su vez no alteren a la pareja”.                —Paquita Brito

De acuerdo con la experta, por lo general, en este tipo de parejas hay una dinámica donde uno de los dos busca en el otro cualidades que le compensen o le llenen de lo que no tiene. No es una interacción ideal, aclara la especialista, porque puede degenerar en situaciones de dependencia.

No obstante, esta atracción sí puede dar resultado dentro del plano del amor, siempre y cuando superada la etapa de ilusión y enamoramiento, ambos decidan adecuarse a estas diferencias y aceptarlas, o cuando no son tan sustanciales para el sistema de vida de la pareja. “Y no alteran la filosofía de vida planteada de base”, dice la psicóloga.

Publicidad

Lea más: Testimonios de parejas que lograron acuerdos

Construir sobre la atracción

Por supuesto, es innegable que todo empieza por el magnetismo físico, imprescindible en los primeros tiempos de un romance; “sería mentir decir que las personas se atraen solo por virtudes”, opina la psicóloga clínica Sonnia Navas Gafter.

Si una pareja tiene gran atracción, lo mejor sería que busquen afinidades, porque estas son la forma en que cada uno se motiva en la relación. Un deporte en común, una forma de arte, viajes.

Publicidad

De haber pocas afinidades, con el paso de los meses, cuando la pasión y la tensión física pasen, puede presentarse lo que los psicólogos denominan la soledad en pareja.

Lo ideal es conversar o crear algo que puedan hacer juntos. “Que no solo seamos la pareja que se atrae, sino la pareja que construye”.

Filosofía de dos

“Las parejas ideales se complementan y respetan la individualidad del otro”, señala Brito. Por eso, dice, es perjudicial no conocer, ni aceptar cómo es la persona con la que sale, ni poder reconocer los aspectos que lo hacen diferente y similar a uno, así como los valores que ambos admiran de sí mutuamente.

“Uno no puede casarse con alguien o tener una pareja pensando en cambiarla o que va a cambiar su comportamiento con el tiempo. Si no lo tolera desde el principio, lo mejor es no unirse”.

Publicidad

Es vital, por lo tanto, que definan su filosofía de vida desde el inicio de su relación para convivir en sintonía. “Una relación es un compromiso para conformar un núcleo familiar o una unión con un propósito de vida. Una pareja debe tener criterios claros sobre las situaciones que vendrán con el desarrollo de su convivencia: embarazos, crianza, religión, presupuestos… Si no los aclaran, luego será difícil vivir juntos”.

En ese sentido, puntualiza Brito, sí es bueno tener un sistema de vida parejo (en los niveles social, cultural, religioso, económico, educativo). “La igualdad de condiciones sí aumenta las posibilidades de ser feliz”, enfatiza la terapeuta. Esto no significa que no habrá crisis, pero sí posibilita un escenario fértil para que puedan superar los conflictos, venciendo lo negativo que la vida les ponga en el camino.

“Su pareja no puede adivinar. Imagine que su cónyuge, que antes no era deportista, comienza a correr y de repente quiere empezar a viajar para hacer maratones. Tienen que conversar sobre cómo van a manejar el asunto”.                                                                                             —Sonnia Navas

Transparencia y límites

Quien desea tener una relación transparente, lo primero que debe hacer es iniciar con la verdad. Quiénes somos, qué nos gusta, qué nos disgusta. Y estar dispuesto a cultivar la relación de pareja, a través de respeto, confianza y límites (cada uno debe saber hasta dónde puede llegar) y sinceridad en todos los actos.

Debe ser, reitera Navas, una relación que construya y no que destruya, “y desde el inicio se puede ver si juntos podemos construir algo; lo que algunas personas hacen en esta etapa, al no ver eso, es autoengañarse”.

Del otro lado del espectro

En el extremo está quien experimenta más atracción mientras mayor dificultad haya en la relación. El gusto por conquistar lo imposible puede tener sus raíces en la familia de origen.

Como explica Navas, cuando alguien ha tenido que luchar mucho por conquistar la aceptación y el afecto de una figura familiar, como padres o abuelos, crece con una insatisfacción afectiva. Va a tener tendencia a buscar parejas imposibles, y a veces los impedimentos pueden ser de peso: una persona casada, con adicciones, inestable, infiel.

Tradicionalmente les ha sucedido a las mujeres. Sin embargo, dice Navas, hoy les sucede a muchos hombres, que generan un vínculo con alguien que no tiene interés en la estabilidad. “Con frecuencia, la gente busca relaciones conflictivas en recuerdo de ese ser querido que le fue lejano, inaccesible o que no les expresó el afecto que esperaban”.

¿Con quién me casé?

Las parejas, con los años, pueden cambiar radicalmente, eso es muy posible. Y lo es más cuando uno de los dos, en los inicios de su relación, ha estado muy reprimido, por las razones que sea.

“En el caso de una mujer, puede ser que haya dedicado los primeros años a formar a los hijos y no tuvo tiempo para proyectos personales”, apunta la psicóloga Navas. “Cuando los hijos crecen, ella puede desear volver a estudiar o a trabajar”.

Puede pasar también con el varón, que en la juventud puede haber estado muy inmiscuido en el trabajo, lleno de responsabilidades, y con el tiempo se interesa más por el deporte, por viajar.

Hay que llegar a acuerdos. Si en la base de la relación hubo honestidad, los cambios no significan una pérdida. “Tengan mucha comunicación, sean flexibles, adáptense. Si cada uno desea compartir las novedades de la vida, ayuda mucho”, dice Navas.

Los acuerdos deben ser claros, concisos y precisos, no dejarlos al aire. “Su pareja no puede adivinar. Imagine que su cónyuge, que antes no era deportista, empieza a correr y de repente quiere empezar a viajar para hacer maratones. Tienen que conversar cómo van a manejar el asunto”. ¿Va a viajar solo, van a viajar juntos, van a correr los dos o usted va a esperar al otro en la línea de meta? ¿Significa este nuevo interés un gasto muy grande para el presupuesto familiar? “Nada se puede imponer”.

El futuro de las relaciones

“Las relaciones ya no inician a una temprana edad como antes, cuando se estructuraban a los 18 o 20 años y duraban para toda la vida. Se mantienen dentro de un estado de noviazgo, incluso pasando los 35”.  —Rodolfo Rodríguez

El psicólogo Rodolfo Rodríguez reconoce que existe una gran influencia e impacto desde el mundo del entretenimiento y los medios de comunicación sobre lo que se considera una pareja ideal, el perfil que él o ella deben cumplir o sobre las expectativas de la relación. Sin embargo, aclara que las relaciones actuales están diseñadas sobre un mayor nivel de educación, preparación y curiosidad personal, lo que ha provocado que las parejas prioricen sus metas personales, financieras y académicas sobre la formalización de la relación (casarse) o comenzar a tener hijos.

“Tampoco inician a una temprana edad como era antes, cuando se estructuraban relaciones a los 18 o 20 años y que duraban para toda la vida como en el caso de nuestros abuelos o padres. Sino que se mantienen dentro de un estado de enamoramiento o noviazgo, incluso pasando los 35 años, en donde recién se busca formar un hogar. Ha cambiado para el hombre, pero sobre todo para la mujer”.

Aunque tal decisión provoca críticas en los entornos familiares más conservadores, se trata de un acuerdo que marca con mucho énfasis el camino que seguirán las relaciones amorosas en la actualidad. (D. L., G. Q., D. V.)