La saga y el espíritu de Rocky Balboa, el clásico personaje creado e interpretado por Sylvester Stallone, se niegan a morir. Aunque ahora el protagonismo esté centrado en Adonis Creed (Michael B. Jordan), no se puede negar que esta sigue siendo la historia de Rocky, ya que sin él y sin su influencia, Creed no existiría.

Esta nueva entrega de la serie tiene lugar un par de años después de la primera Creed, Rocky se ha curado del cáncer y sigue su trabajo como entrenador del joven Adonis Creed, quien se convierte en el nuevo campeón mundial de boxeo. Pero hay alguien que quiere arrebatarle el título y que tiene mucho que ver tanto con su pasado como con el de Rocky: Viktor Drago (Florian Munteanu), hijo de Iván Drago (Dolph Lundgren), antiguo rival de Rocky y el responsable de la muerte de Apollo Creed en el ring casi 30 años atrás.

La aparición de estos personajes remueve el pasado y los sentimientos de ambos protagonistas y mientras Rocky cree que es mejor no hacer caso a las provocaciones de los Drago, Creed no puede dejar pasar la oportunidad de enfrentarlos. Es así como empieza el viaje de Adonis en esta cinta, un viaje lleno de tropiezos y sufrimiento, pero también de aprendizaje y redención.

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Es justamente ese viaje lo que hace de Creed 2 y de la mayoría de las películas de la saga de Rocky algo especial.

Estas no son películas de boxeo, son dramas humanos en los que sus personajes tienen que luchar contra sus propios demonios internos antes de poder conquistar el ring.

Y como lo hemos visto antes, esto no quiere decir necesariamente ganar la pelea, la batalla más importante es con uno mismo y un actor talentoso como Michael B. Jordan nos lleva por este viaje con una naturalidad digna de aplaudir.

Esto no quiere decir que las escenas de boxeo de la película no sean importantes. Lo son, pero justamente porque en ellas también estamos presenciando la profundidad emocional de sus personajes. Si a eso le sumamos la acertada coreografía, música y ambiente general creado para estas secuencias, al final estaremos al filo del asiento esperando el desenlace de la pelea, aunque en la vida real no seamos fanáticos del boxeo, como es el caso del autor de esta columna.

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La nostalgia también juega un papel importante en Creed 2, al traer de vuelta a uno de los rivales más emblemáticos de Rocky, Iván Drago. Los personajes de los Drago son un poco caricaturescos, pero no por eso menos creíbles. De hecho, Viktor Drago al igual que Creed también enfrenta sus propios demonios. Luego de la derrota de su padre a manos de Rocky, su madre los abandonó y su país les dio la espalda. Ahora él busca venganza, al igual que Adonis. La diferencia es que Creed aprenderá que la venganza no es la motivación adecuada para enfrentar la situación.

Aunque dura un poco más de dos horas, Creed 2 es una película satisfactoria que cumple con su cometido. Nos lleva por un viaje de crecimiento junto a su protagonista, juega con la nostalgia del pasado de Rocky, nos emociona con sus escenas en el ring y nos entretiene. Porque las segundas partes sí pueden ser buenas. (O)