Beatriz Espina ha dado consulta privada (es magíster en Orientación de la Conducta), ha sido directora de un jardín de infantes (es pedagoga) y actualmente se dedica a dar conferencias para mayores de 18 años (también es magíster en sexología). Estuvo en Guayaquil recientemente para compartir una charla y un taller para adultos.

Dice que cambió su enfoque profesional al pensar: “Nada hago educando al niño, si llega a casa y lo maltratan. Es el adulto el que tiene que comprender su propio cuerpo, la sexualidad, la genitalidad. Decidí trabajar a la inversa. Al final, estoy ayudando a la familia”.

Entre estas charlas y los talleres de escuela para padres, las mayores inquietudes con las que se ha encontrado es ¿a qué edad empezar a educar a los niños en sexualidad? ¿Qué hacer si encuentro a un niño pequeño manipulando sus propios genitales? Los padres no saben cómo reaccionar.

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“Esto es algo normal en niños y niñas. Hay que aprender a distraer su foco de atención y no regañarlos, porque con esto solo conseguirá reforzar esa conducta”, empieza aconsejando la orientadora. Indague lo que el niño sabe, qué ha escuchado o visto, no lo bombardee de información. A partir de lo que él cree o sabe, empiece a educarlo.

Una manera de perder el temor es pensar que el niño no necesita que se le hable desde el morbo ni desde el placer, sino desde un punto de vista afectivo, educativo y biológico: cómo es su cuerpo, qué diferencias tiene con el otro sexo. “Los padres deben hablarle desde el primer momento en que el infante comienza a diferenciar su identidad sexual”, esto es, desde los 3 años.

Es urgente que los padres sean los pioneros en la educación sexual. No deje que el niño se entere por las redes, la TV ni la música. No espere a que le haga preguntas del tema. “Cuando un niño pregunta, es porque ya lo vio”, afirma Espina.

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Educar es prevenir el abuso​

El niño da muchas muestras de que ha sido víctima de algún tipo de abuso sexual, sea verbal, psicológico o físico:

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  • Se aísla en casa o en el área de juegos o estudios.
  • Llora y da señales de ansiedad mientras duerme, y no son pesadillas.
  • Está irritable y desobediente, rechaza hacer algo que antes le gustaba.
  • Tiene miedo a ligarse o hablar con otras personas.
  • Tiene miedo a ser tocado cuando va a bañarlo o a limpiarlo.
  • Hace preguntas poco comunes sobre su cuerpo o el de los demás.

Ante esto, la educadora propone: no deje a sus niños con otras personas a solas, así sean cercanas a la familia. “Cuidado con el tema de las pijamadas”, dice la orientadora. Si quieren la experiencia, ¿por qué no organizarla en casa, con el propio núcleo familiar?

  • Esté atento a las personas que se relacionan con su hijo. “El abusador sexual suele tener un cariño sobreexagerado por el infante. Lo mira fijamente. No hay ternura en su mirada. El infante lo evade, mientras él lo busca, trata de sentarlo en sus piernas o tocarlo más de la cuenta”.
  • No permita que besen en los labios a los niños. “Cuando usted lo hace, le está enseñando que eso es normal hacia los niños, cuando los labios son la tercera zona erógena del cuerpo humano”, enfatiza Espina. “Entre los labios y el clítoris, por ejemplo, hay una conexión de 6.000 terminaciones nerviosas. Besar a los niños en los labios es estimularlos al sexo. Podemos demostrar amor a los niños sin hacer eso”.
  • Analice qué mensajes verbales y no verbales transmite usted en cuanto al sexo. Cabe esperar que los hijos copien las conductas de los padres.

 

Enseñe de acuerdo a la edad

¿Qué exactamente tienen que enseñar los padres? Cuando habla de no entrar en pánico y sobrecargar de información, Espina también precisa lo básico de acuerdo con la etapa del crecimiento. Por ejemplo, en niños muy pequeños enfóquese en lo siguiente:

  • Enseñe a identificar las zonas íntimas o erógenas.
  • Que aprenda a cuidarlas: no dejarse tocar ni tocar a otros, como medida de prevención.

En la pubertad, hable de los cambios genitales, hormonales y corporales que el niño está experimentando.

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  • Explique con términos realistas lo que es la excitación, sensaciones en las zonas íntimas que son completamente normales.
  • Instruya en autoestima. “Usted le puede enseñar todo sobre sexualidad a un adolescente, pero lo que más necesita el chico o chica de 12-13 años es amarse y conocer su valor, para no dejarse dominar de sus hormonas ni de otras personas. Cuando esté bien fomentado el amor propio, no se va a enfocar en el sexo, sino en las actividades propias de su edad”.

Y en la adolescencia, Espina dice que los 16-17 años son buen momento para llevar a los hijos a un médico especialista, como puede ser un ginecólogo, no esperar a un embarazo adolescente o una enfermedad de transmisión sexual.

 

Refuerce la autoestima​

No maltrate a su hijo con gritos o golpes. “Cuando usted educa en base a amor, le enseña a ese ser humano a no aceptar maltrato de parte de otros”.

Eduque al niño a que tenga ideas, creatividad y proyectos propios desde muy pequeño. Puede ser un buen estudiante, pero también un emprendedor en arte o en otra actividad de su agrado. “Hay que dejar que tenga iniciativa propia, no tienen que hacer todo al pie de la letra; eso incrementa su amor propio”.

Respete su personalidad. Si el niño es muy sociable, oriéntelo a cómo ser mejor, no lo reprima. “Las personas reprimidas no se aman, y se irán con cualquiera que les ofrezca amor y atención”. Lo mismo sucede con mujeres y varones. Pues Espina dice que, actualmente, los varones adolescentes menores (13-14 años) están menos preparados en sexualidad que las chicas.