De todas las corrientes y tipos de críticos de teatro, por más universitarios que seamos, nunca estaremos capacitados para decirles a los artistas lo que tienen que hacer, pero ellos sí deben saber qué hacer con las críticas: tomarlas o ignorarlas.

Así es como el director y productor Jaime Tamariz, que ha pasado por el tamiz de esta columna en varias ocasiones, lo ha hecho una vez más y lo evidencia su nueva producción en el Teatro Sánchez Aguilar (TSA).

Es mejor que los teatristas no odien al crítico cuando les critica, ni tampoco lo amen cuando los ensalza, porque puede tratarse de cualquier espectador. Mercucio es crítico teatral, pero también es espectadora y espectador. Con la crítica no se pretende lastimar al artista y se escribe para los lectores, para que confirmen lo que dice el crítico o lo desechen luego de presenciar el trabajo teatral con sus propios ojos secos. El teatro no es para sus eruditos, sino para los espectadores, los que nos formamos en el teatro mismo como muchos grandes de las tablas.

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Por tal motivo cuentan con gran suerte los actores, actrices y pasantes que trabajen con el afamado director Tamariz. Porque aparte de aprender, también pueden experimentar que el teatro da para subsistir, siempre y cuando se ajusten a las demandas comerciales.

Esta vez la producción de Daemon nos trae una cosa nunca antes vista. Vistió el escenario del Teatro Sánchez Aguilar de selva y una selva muy viva, para presentar una adaptación del libro del escritor inglés Rudyard Kipling publicado en 1894, El libro de la selva.

Mowgli, el niño de la jungla criado por los lobos y que tiene que buscar la aldea de humanos, es vivenciado por un joven actor que promete mucho. Este nuevo rostro del teatro no interpretó, él fue un Mowgli. Su manejo del cuerpo y coordinación voz-respiración revela que detrás hay preparación gimnástica y dancística.

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Benjamín Cortés interpreta al oso cool Baloo; la sabiduría está con la pantera Baghueera, encarnada por Noralma Reeves; Francisco Pinargotti es El Rey Loui, el orangután; Claudia Campuzano, la hiena Taqui; y Ludovico Maquiavelo, el tigre Sheere Khan. La base de todo el espectáculo es un mensaje humano y actual.

Este tipo de teatro que se nos presenta estimula la imaginación del espectador infantil sin que cada elemento elaborado deje de ser una sublime artesanía. Los actores usan máscaras. Kaa, la serpiente interpretada por Carolina Jaume, era una hilera llena de luces conformada por varias actrices con atuendos de tipo hindú. Para esto, esta megaobra contaba con un elenco gigantesco, tal vez es el más grande visto en una producción de Daemon. El trabajo que el director Tamariz nos trajo, similar al Bunraku (teatro japonés de marionetas), es de exportación.

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La elección de los colores y juegos de luces, además de la música original de Juan Ripalda, son excelentes.

Hoy será su último día de presentación a las 17:30. Si quiere cerrar el año con teatro, dese un gusto navideño y no se pierda esta interesante experiencia. Aunque la adquisición de entradas puede resultar engorrosa y conlleve a una segmentación importante del público, cuenta con promociones en la compra de los boletos.

Sin embargo, una muestra así debería estar más tiempo en cartelera … porque si nos traen Broadway, que sea con sus temporadas largas.

Esperemos un 2019 con más salas llenas y también que los estudiados del teatro puedan y se atrevan a traernos a Shakespeare, Goldini, Strindberg, Pirandello, Molière o algunos contemporáneos: Kartun, Juan Mayorga, Ronald Harwood, etc. ¡Felices fiestas! (O)

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