En psicología se plantea que el ser humano es un ser biopsicosocial (así lo enseñaban en la secundaria), con esferas que convergen. Pero una forma de psicoterapia en concreto, la logoterapia, suma otra dimensión, la espiritual. Su primer exponente, Viktor Frankl, habló de una espiritualidad más allá de la religiosidad, que es propia de toda persona y busca la trascendencia: Toda vida, por más mísera que sea, tiene un sentido.