El personaje de Papá Noel llegó a la vida de Xavier Izaguirre de manera casual. Él se encuentra en el mundo del entretenimiento y organización de eventos desde hace casi 20 años, pero no fue sino hace ocho años que durante el desarrollo de uno de estos le tocó asumir el rol de una persona que había contratado y no llegó para la presentación.
Esta persona era la que iba a usar el icónico traje rojo y blanco para actuar frente a decenas de personas, entre ellas, una gran cantidad de niños. En el trajín de los preparativos de la puesta en escena y ante la falta del personaje principal, Xavier tomó el disfraz y lo hizo, pues no podía cancelarse el show.
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Los nervios se apoderaron del guayaquileño que, hasta ese entonces, siempre había estado detrás del grupo que se dedicaba a eso. Con el traje puesto y la gran barba blanca que destacaba en el rostro se lanzó a cubrir ese espacio.
Hasta ese entonces, nunca había participado de una presentación siendo el personaje principal, pero esto lo marcó.
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“Algo cambió dentro de mí, me sentí una estrella. Desde que sentí cómo el personaje entra a una sala y no importa más nada, me dije: Nunca más nadie va a usar este traje”, manifiesta Izaguirre.
El emprendedor, quien tiene su empresa organizadora de eventos con la que ha recorrido gran parte del país, dice que Papá Noel tiene algo mágico.
“Es la única persona que puede captar la atención tanto de niños, jóvenes y adultos. Todos quieren una foto, todos quieren hablar con él”, señala.
En sus inicios como este personaje, por el pánico escénico que tenía, grababa el discurso con el que resaltaba a los niños que no eran importantes los regalos, sino la unión familiar en esta fecha.
Sin embargo, esto fue aprovechado por otros actores que se apropiaron de su voz y de la grabación. Con ello, cuenta, se armó de valor para aprenderse un mensaje de casi tres minutos con una voz impostada.
El ‘jo-jo-jo’ se escucha al inicio de su discurso. Luego habla un poco del significado de la Navidad y al final, incluso, resalta los valores que deben
cultivar los niños con su entorno más cercano.
“Yo no puedo reírme como Papá Noel o decir el discurso con la voz que creé para él sin tener puesto el disfraz. Creo que esto es algo tan poderoso que solo me lo otorga la personificación”, asegura.
El personaje, en estos casi diez años, ha pasado por cambios. Primero su traje fue de satín y bastante liviano. Luego pasó a algo con más detalle y con más peso, pero este fue robado en una lavandería de la ciudad.
Finalmente, tras buscar una identidad para su personaje, encontró inspiración en el Abuelo del Frío o Santa Claus ruso. Acuñó una barba larga que le llega a la cintura, una capa que lo cubre hasta los tobillos, guantes, un gorro y un cetro con una bola de cristal.
El traje tiene detalles en dorado y plateado, al igual que las botas, que tienen apliques brillantes en las puntas. Dependiendo del escenario, el atuendo puede ser rojo o azul.
El disfraz pesa más de 10 libras ya que, para lograr la forma del cuerpo, se usa un almohadón que simula que el personaje tenga un abdomen abultado. Entre los detalles adicionales están los lentes y el icónico cinturón negro.
Artesanos guayaquileños fueron quienes elaboraron, guiados por el diseño de Xavier, el pesado atuendo.
El guayaquileño relata que este personaje le ha traído alegría y un cariño especial por los niños que antes no tenía. Asimismo, lo ha llevado a atravesar por momentos de nostalgia cuando ha actuado en hospitales y frente a niños con enfermedades terminales.
Cada diciembre, asegura, es el momento de brillar de su Papá Noel, pues para ello se prepara todo el año. Esto es a pesar de que en su negocio de eventos tiene más personajes relacionados con la Navidad.
“Es algo que me cambió la vida, la perspectiva de las cosas y cada año busco hacerlo mejor para preservar esa magia y esa ilusión en los niños. Ellos no tienen que saber que Papá Noel no existe o que una persona normal lleva el disfraz, ellos tienen que tener la ilusión y la inocencia de creer”, señala. (I)