Desde hace más de 30 años, María León cambia para el mes de diciembre las verduras de su carrito —con el que recorre el corazón de la Bahía de Guayaquil— por diademas, gorros navideños, fundas de regalo y pequeños juguetes y muñecas.
A paso lento, por la afección que tiene en la rodilla izquierda como producto de la artrosis que padece desde hace más de diez años, llega hasta la esquina de las calles Coronel y Huancavilca desde Mapasingue oeste, norte del Puerto Principal.
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Lleva consigo, a diario, un bolso pequeño que amarra a su cintura y en el que coloca las monedas para entregar como cambio a clientes. Asimismo, usa ropa ligera para soportar el inclemente sol durante el día.
En el centro, en este mes, se instala con una estructura metálica que tiene tres pisos, ruedas y que guarda en una bodega del sector. Entre las 07:00 y 08:00 trata de llegar a este sitio para retirar los artículos y llevarlos hasta el punto en el que los venderá durante el día.
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León cuenta que desde joven se dedicó al comercio y con eso logró mantener a cuatro hijos, que ya no viven con ella. Ella nació en Cuenca, ya que su madre era de allá, pero muy pequeña se mudó a Guayaquil y aquí hizo toda su vida.
La comerciante no cursó el colegio, pero por su madre aprendió de ventas y de cómo ganarse la vida a diario. “Mis hijos cada uno se dedica a algo, no solo al comercio. Ya ellos saben que tienen que trabajar para ganarse el dinero, que ellos saben que no es fácil”, dice.
En este mes ella le apuesta a vender todo lo que compra a buen precio en las importadoras chinas y en comercios locales para poder revender. Ofrece productos desde por $ 1.
“Es difícil, la situación en todo el país es difícil, pero hay que seguir y no caer. Yo trabajo todos los días para seguir arreglando mi casita y sostenerme con lo que necesito por la artrosis que tengo, y que a veces hace que me tenga que sentar y detener para seguir”, señala.
Hasta poco antes de la Nochebuena, la comerciante se mantendrá en el centro y ofrecerá sus productos. Las últimas horas antes de la cena dice que “tiene fe de que se haga el milagro de la Navidad de vender todo y así poder irse tranquila”.
Aún con los dolores en manos, pies y rodillas, propios de la enfermedad que padece, dice que continuará trabajando en estas festividades del 2024.
“Aquí nadie regala nada y todo uno se lo gana. Por eso, seguiremos trabajando y habremos muchos que estaremos hasta el mismo 25 ofreciendo nuestras cositas para luego volver a lo que nos dedicamos regularmente”, manifiesta León, quien indicó que para el 25 y 26 de diciembre volverá a ofrecer sus verduras y así captar clientes para fin de año.
María de los Ángeles Toscano, junto con su familia, es otra de las comerciantes que se mantendrán en el centro de la ciudad trabajando hasta las 20:00 de este 24 de diciembre, a pocas horas de Nochebuena.
Aunque la joven de 25 años tiene un trabajo formal en una empresa de mensajería y se graduó de la carrera de Pedagogía, desde los 7 años —cuando aprendió a envolver regalos gracias a su madre— acude junto con su padre para ayudarlo durante la época navideña.
Trabajar en los días más ‘caóticos’ de diciembre se ha convertido en la tradición navideña más marcada que tiene la familia Toscano.
Frente a la torre de juguetes que ofrece junto con sus siete hermanos en el sector de la Bahía de Guayaquil se instala con una mesa en la que coloca los papeles de regalo surtidos, cintas y fundas en las que se observa a Papá Noel, Mamá Noel, el muñeco de nieve o caricaturas conocidas, como el Hombre Araña o la Barbie.
Allí, sobre un espacio de la acera, María de los Ángeles envuelve los artículos que compran las familias y amigos.
En los casi 18 años que se dedica a esto junto con su padre y hermanos durante las festividades, cuenta que ha valorado las enseñanzas que le han dejado varios clientes.
También ha aprendido a disfrutar de lo que hace, ya que eso —asegura— la llena de energía para seguir ayudando a su familia. Con los clientes intercambia risas, algunos chistes e incluso frases sentidas por parte de aquellos que han logrado adquirir juguetes con mucho esfuerzo para sus hijos.
La anécdota que mayor aprendizaje le dejó fue la de una joven madre que, con emoción, llegó al puesto de su papá y luego de adquirir su regalo —muy emocionada— pidió que se lo envolvieran. Ella había reunido todo el año con la venta de caramelos el dinero para comprar el juguete para su hijo.
María de Los Ángeles cuenta que la mujer sonreía e incluso daba pequeños brincos al tener la caja que iba a entregar a su pequeño en las festividades.
“Uno se da cuenta del esfuerzo de la gente y a uno le recuerda también que se viene de abajo, que a nosotros también nos faltaron algunas cosas, pero que tuvimos otras”, relata Toscano, quien en esa oportunidad le obsequió la envoltura a la joven madre.
En el mes de diciembre llega a forrar hasta 30 regalos al día y, en las horas previas a la Nochebuena, este número puede llegar a duplicarse.
El ambiente de trabajo con sus hermanos y padre está lleno de buena energía, pues bromean e incluso tienen tiempo para dedicarle al más pequeño de la familia, un bebé de 5 meses que también los acompaña durante los días más ajetreados en esta temporada.
“De chiste en chiste decimos que él (el bebé) desde pequeño debe saber que la leche cuesta y que hay que trabajar para tener todo”, bromea.
Para su familia, el 24 y 25 de diciembre son fechas de altas ventas y, por ello, esos días laboran con normalidad hasta las 20:00 o un poco más.
Todos salen al mismo tiempo desde el Suburbio de Guayaquil, en donde viven en una misma vivienda e incluso con más familiares. El mismo día del tradicional intercambio de regalos y cena, ellos se preparan desde muy temprano para acudir hasta el centro y tratar de vender todo lo posible a las personas que realizan compras de último minuto.
“Nosotros sabemos que estamos todos juntos, trabajando. Ya sabemos que nuestra Navidad no es ese mismo día, sino el 2 de enero. En esa fecha nosotros nos damos un pequeño descanso y, ahí sí, digamos que tenemos nuestras festividades con toda mi familia, que es bastante numerosa”, relata.
María de los Ángeles dice con orgullo que en más de la mitad de su vida ha aprendido a valorar el trabajo y la familia. “Creo que el sentido de la Navidad es estar en unión. Lo que debemos hacer es regalarles ese momento de magia y de emoción a los niños, que se emocionan en esta fecha”, concluye. (I)