‘Siempre les digo que les voy a mostrar la ciudad a través de mis ojos’. Corina, Dimitri, y Johnny, tres personajes ligados al turismo que dan su impresión de Guayaquil a los visitantes

Corina Orozco, Dimitri Astudillo, y Johnny Hernández, son tres personajes que se podrían considerar embajadores de Guayaquil, pues son quienes dan esa primera y última impresión cuando un turista visita a la ciudad.En distintos roles, cada uno de ellos les da la bienvenida a su arribo a la ciudad, en su mayoría en el aeropuerto José Joaquín de Olmedo. Los saludan con cordialidad, los llevan a sus hoteles, dan sugerencias o recomendaciones sobre el trajín de la ciudad, los sitios turísticos o incluso los llevan por los atractivos que ofrece esta ciudad de tres millones de habitantes.A propósito de los 487 años de proceso fundacional de la urbe, los tres cuentan con orgullo el rol que cumplen en actividades de transportación, servicio de asistencia y guianza.El turismo convive con intentos de recuperación económica tras dos años complicados de pandemia, movilizaciones y otros factores que golpean el arribo de visitantes locales y extranjeros. Se ubica después del petróleo, banano, camarón y productos de mar, entre los sectores que más réditos generan en la economía local.Corina Orozco Flores lleva diez de sus 49 años como guía turística de la ciudad. Además de su lengua natal, el español, la guayaquileña trabaja en tres idiomas: alemán, inglés, portugués.Ella cuenta que regresó al país luego de vivir afuera durante 20 años en países como Alemania, México y Brasil. Al arribar a su hogar, por su conocimiento en idiomas, encontró oportunidad para desenvolverse en turismo.Al inicio un amigo le contactó para que le colabore con traducciones de indicaciones básicas en alemán y luego se fue abriendo camino hasta que obtuvo su certificación en competencia laboral que se requiere en la obtención de la licencia de guía nacional.Hoy, su papel se desempeña como freelance sobre todo con operadores de turismo, que incluso dan servicio a los cruceros que llegan a la urbeElla gusta de hacer recorridos que se concentran en determinados lugares dependiendo del interés del turista. Entre los principales puntos a visitar, procura dirigirlos por la Catedral Metropolitana, parque Seminario, plaza de la Administración, el malecón, barrios Las Peñas, puerto Santa Ana, y luego por el mercado artesanal, Cementerio General, mercado de las Flores y plaza del Centenario, principales sitios donde les comparte detalles históricos, características arquitectónicas y más detalles.Ella regularmente recibe a los turistas desde su arribo al aeropuerto de Guayaquil con su respectivo letrero identificativo. Desde allí, dependiendo del itinerario del pasajero, los lleva a su hotel, los deja instalados y los lleva en el tour. Su trabajo culmina cuando al día siguiente los despide en el aeropuerto. Incluso, cuando se movilizan a Galápagos les hace recomendaciones como la prohibiciones y otros procedimientos.Además, a los turistas les da consejos básicos como tomar taxis recomendados por hoteles, restaurantes u otros sitios donde concurran. Asimismo, les menciona sobre sitios que pueden complementar en sus visitas para realizar compras y caminar en el área turística, visitas a museos gratuitos, entre otras. En un mes puede tener de 15 a 25 días de trabajo.En ocasiones, Orozco reconoce que los turistas vienen con el prejuicio de la percepción de peligro de la ciudad, sin embargo, siempre les trata de dar confianza en que la ciudad es grande y como otras tiene problemas, sin embargo les recalca que estarán por los puntos turísticos que son más seguros y resguardados por la Policía. De igual forma, les recomienda salir de manera sencilla y con cautela.Sobre la ciudad, ella menciona que muchos turistas se asombran de la limpieza en los lugares que recorren en sus visitas y cambian su idea inicial al retirarse de la urbe a su siguiente destino.Al mostrar un mapa de la ciudad, la guayaquileña cuenta que se siente feliz y complacida cuando al final de los tours los visitantes mencionan que se llevan una buena impresión de que la urbe, la admiración que se genera por los puntos visitados, y las recomendaciones que prometen dar a otros extranjeros para que lleguen a este destino.“Siempre les digo que les voy a mostrar la ciudad a través de mis ojos, les digo ‘le voy a enseñar lo linda que es mi ciudad’. Ellos se emocionan porque trato de enseñarles lo bonito que es la ciudad, a veces ellos incluso te dicen ‘me ha gustado más Guayaquil que Quito’. Creo que cada ciudad es hermosa”, dice la guía.Además, resalta que le llena de orgullo mostrar detalles de cada rincón y considera que los nuevos puntos turísticos enriquece los tours guiados y generan mayor el interés del turista, que suelen verse atraídos por las exposiciones artísticas en los espacios abiertos como el Malecón.“Aquí en Guayaquil antes se decía que no había mucho que visitar, ahora tenemos cerca las haciendas. Dentro del tour también tenemos un día en una hacienda cacaotera, para explicar cómo se produce el chocolate, eso es un día más del pasajero aquí. La ciudad tiene mucho por ofrecer, es una ciudad cálida, acogemos al turismo. Muy honrada de poder mostrar a mi ciudad, la belleza de la ciudad, con sus pequeños problemas, pero que tiene mucho que ofrecer al turista, muchos lugares para visitar, descansar, conocer y de vivir una bonita experiencia”, menciona Orozco.Ella considera que se debe seguir trabajando en el tema seguridad y apostando en la apertura de atractivos y actividades para motivar la permanencia de los turistas en la ciudad.El guayaquileño Dimitri Astudillo Valverde, quien es licenciado en Hotelería y Turismo, se muestra complacido de ser la primera impresión para que los visitantes locales y extranjeros se sientan como si estuviera en casa durante su estadía en el hotel Courtyard Marriott.En ese sitio lleva trabajando desde octubre desde el 2021, aunque su experiencia lo ha llevado a colaborar en distintos puestos que lo mantiene desde hace varios años en contacto directo con huéspedes.Ha colaborado por alrededor de quince años en otros hoteles de prestigio, la empresa concesionaria del aeropuerto y una aerolínea europea con temas de seguridad y atención al cliente. Además estuvo como oficial de protección portuaria y líder de logística en dos puertos del sur de la urbe.En su actual trabajo, en turnos rotativos de ocho horas, Astudillo se encarga de temas de seguridad y también se enfoca en labores de botones y consejería. A diario, debe manejar una van desde el hotel hacia el aeropuerto y viceversa para recibir o despedir pasajeros en la terminal aérea. Previamente, está al pendiente de las reservas de los clientes y las actualizaciones del estado de vuelos para recibirlos a tiempo apenas pasen por la puerta de arribos nacionales o internacionales.Regularmente, él debe cuidar el aseo del transporte, equipamientos de bioseguridad y cumplir con los traslados a tiempo con los huéspedes cada hora o dependiendo de los itinerarios.“Muy orgulloso y feliz de ser esa primera impresión, en el cual el huésped se sienta muy acogido por el personal, que lo quiere hacer sentir como si estuviera en casa”, menciona el colaborador de 42 años, quien además resalta lo interesante de poder involucrarse en la organización de protocolos de seguridad u operativos especiales para artistas que suelen arriban a la ciudad.Al recibir a los huéspedes en el aeropuerto, él les da la bienvenida e incluso les agradece por escoger el hotel y augura que tenga una estadía placentera y cálida “como en casa”. Ya en el hotel, él generalmente les ayuda con el equipaje, les abre la puerta, guía hacia la recepción, ofrece bebidas refrescantes, les traslada el equipaje a la habitación y además en caso de requerir algo adicional se les facilita la ayuda.“En primera instancia que sienta la calidez, acogida y seguros de habernos preferido, siempre se les indica que estamos en un sector comercial muy resguardado por la Policía, les damos muchas directrices de nuestro restaurante, si él por otro motivo desea ver que hay cerca se les da indicaciones de centro comercial, o si es pasado las 18:00 se le recomienda un taxi seguro del hotel...”, menciona sobre lo que busca compartir con el visitante.Previo a desplazarse en la van para recibir a más pasajeros, Astudillo resalta que Guayaquil tiene potencial en el sentido de negocios por la facilidad que tienen ejecutivos para acceder a diversos puntos que confluyen a poco tiempo de traslado y distancia.Muchas personas retornan a Guayaquil luego de quince a veinte años reconocen que la urbe ha cambiado positivamente mientras quienes arriban por primera vez se complacen de sentir la acogida de su gente, saborear la comida y observar los sitios turísticos.Así lo reconoce, Johnny Hernández, quien lleva doce años trabajando como taxista del aeropuerto de Guayaquil y es presidente de la cooperativa que brinda el servicio en esa terminal aérea, que agrupa a 90 unidades destinadas a movilizar a pasajeros durante las 24 horas.Este manabita, de 55 años, se considera un guayaquileño más, puesto que vive en la urbe desde los 7 años. Sobre su labor diaria, él recuerda que la mayoría de impresiones de los turistas son positivas en el ingreso o salidas de la urbe.Entre sus experiencias, cuenta que tuvo como pasajero especial a Carlos Villagrán, conocido como Quico , a quien le dio servicios durante 18 días cuando llegó con su circo hace más de una década. “Él me contrató, se quedó impresionado de Guayaquil...no podía salir porque enseguida lo reconocían y la gente no lo dejaba ni caminar la gente era que pedía fotitos, yo era como el guía turístico de él”, recuerda Hernández, quien tiene estudios en ingeniería industrial.En esos días, él gustaba de recomendarle a Quico sobre sitios de gastronomía, casinos y centros comerciales. El famoso le hizo una invitación para lo que visite, pero aún tiene pendiente aquello, dice Hernández.A la espera pasajeros en arribos nacionales, el presidente de la cooperativa menciona que siempre trata de brinda su contingente de movilización a los pasajeros, dar confianza al cliente, en caso de requerir comunicarse en otros idiomas usar el teléfono móvil para traducir y les da su tarjeta para que lo requieran en caso de necesitar sus servicios.Él cuenta que la concesionaria Tagsa siempre procurar la capacitación sobre turismo y otros temas, y además se trata de incentivar con sus colegas que mantengan las unidades limpias, ser amables con todos, tener buena presentación y dar recomendaciones básicas para que tengan una buena estadía en el Puerto Principal, que regularmente sirve de ciudad de paso para ir a Galápagos o Cuenca.“Para nosotros es importante mostrarle la ciudad, que el turista se sienta que está llegando a una ciudad acogedora y que regrese; eso es lo principal, que invite a sus amigos y regrese”, menciona.En sus planes, él aspira que unas 13 unidades continúen con la reposición por nuevas más amplias y así seguir mejorando los servicios que ofrecen a los visitantes dentro de la urbe y también en los viajes a Santa Elena, Manabí y otras provincias cercanas.“Para nosotros es un gusto recibir a las personas que vienen por primera vez. Darles a conocer sobre su hotel, las comidas predilectas, siempre se van hablando bien de la comida que han probado”, recalca el dirigente, que labora de 07:00 a 19:00.En la fila de unidades que se ubican para recoger pasajeros en la puerta de arribos nacionales, César Peñafiel, de 80 años, se acerca para hablar con Hernández. Allí, él cuenta que es el taxistas más antiguo de la cooperativa y colaba desde cuando las operaciones se daban en el anterior aeropuerto. Desde hace casi cinco décadas, él gusta de mantener contactos con sus colegas y también con los turistas que a diario entran y salen de la urbe.“Nosotros siempre hemos recibido capacitación, conocimiento total del tema turístico en la ciudad, le brindamos la bienvenida a la ciudad, le damos la importancia al pasajero, tratamos en todo lo posible de ser bien cordiales de que se sientan bien”, reflexiona el hombre que en su experiencia tiene un curso de inglés ofrecido por la Universidad Casa Grande. (I)

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