Con la primera semana de cortes de luz programados que rigen a escala nacional en diferentes horarios desde el 23 de septiembre, Betty Solórzano tuvo que modificar su rutina.
Desde esa fecha, el Gobierno Nacional redistribuyó los horarios de racionamientos que, inicialmente, estaban previstos entre las 22:00 a 06:00.
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Solórzano, regularmente, antes de los apagones, se levantaba a las 06:00 todos los días para preparar el desayuno y, un par de horas después, arrancar con la preparación del almuerzo en su vivienda ubicada sobre la calle 36, en el suburbio de Guayaquil.
Cortes de luz se mantienen de lunes a domingo de la próxima semana
Para la tarde solía utilizar la lavadora, aspiradora o pulidora en su casa. Asimismo, usar un parlante para escuchar música mientras realiza estos oficios.
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La semana del 23 septiembre esa rutina cambió y optó por cocinar a las 08:00 el desayuno y almuerzo al mismo tiempo, luego de la primera franja de cortes, pues a las 12:00 nuevamente se quedaba sin luz.
Ahora, dice Solórzano, en esta nueva semana que se inicia, y en la que pensó no habría más apagones, su rutina cambiará nuevamente por los cortes que en su sector llegan a las 10 horas en diferentes franjas.
“Voy a tener que volver a levantarme a las 06:00, pero para cocinar las dos comidas y luego hacer cualquier quehacer que no requiera electricidad. La merienda me tocará cocinarla antes, asimismo lavar ropa como se pueda”, manifiesta la mujer, quien vive en el suburbio, sobre la calle 36.
Solórzano dice que los cambios en sus actividades diarias no solo la han afectado a ella, sino también a sus dos hijas de 8 y 9 años. Con los nuevos horarios, afirma, optará por enviarlas -luego de sus extracurriculares- a la casa de familiares para que puedan hacer los deberes de la escuela hasta que regrese la luz en casa.
“Ellas necesitarán luz, internet y eso no habrá aquí. Es desesperante para los adultos, imagínese como será para los niños que siempre están conectados”, manifiesta.
En el sector donde vive la madre de familia, la Corporación Nacional de Electricidad (CNEL) estableció tres franjas horarias para las interrupciones del servicio: 00:00 a 03:00, 08:00 a 12:00 y 17:00 a 20:00.
La segunda y tercera franja de cortes es la que más afecta las actividades de Solórzano y las de sus hijas de 8 y 9 años.
Para Disiena Ayala, quien tiene un restaurante en el Batallón del Suburbio, octubre será un mes clave para saber si podrá sostener el negocio o si optará por cerrarlo.
Ella ha tenido un año difícil que ha coincidido con el inicio de los cortes. En octubre de 2023, cuando empezaron los primeros apagones, estaba a punto de cerrar el local.
En ese tiempo adquirió un generador para poder mantener las ventas, pero estas no lograron repuntar. También optó por atender a media jornada para reducir gastos.
Mes y medio después de los primeros apagones, con las ventas que no despegaban, vendió el generador y, para los cortes de abril de este año, nuevamente estaba con complicaciones para trabajar por la falta de energía.
“Modifiqué todo en octubre (de 2023), luego todo en abril y ahora para el 23 (de septiembre) otra vez cambiamos horarios. Esta semana (30 de septiembre) tenemos nuevamente los cortes y no sé si uno tenga la fuerza para volver a reinventarse”, manifiesta Ayala.
Esta semana que culminó la propietaria del restaurante redujo la compra de verduras y frutas a un 50 %, asimismo, de cárnicos para evitar daños.
Desde este 30 de septiembre decidió que ese porcentaje de compra pasará al 70 % y que no se abrirá el local. Ella cocinará en la casa de una amiga en el norte de la urbe y desde allí empaquetará los alimentos, que en su mayoría son almuerzos y meriendas, para entregarlos a domicilio.
“Esto es un ‘veremos qué pasa’ y ‘vivir del día’ porque tampoco nos podemos fiar de los horarios”, indica Ayala, quien citó que este sábado tuvo cortes fuera de lo establecido, lo que afectó aún más la facturación de su negocio.
Las clases de danza que ofrece Leonela Jumbo pasarán de lo presencial a lo virtual. Durante la semana del 23 de septiembre intentó recibir a sus ocho grupos de alumnos -sin luz- y manejarse con parlantes inalámbricos, pero no pudo.
“El parlante a veces funcionaba y a veces no y uno pierde tiempo entre conectarse a otro parlante o usar un teléfono”, cuenta Jumbo, quien decidió que desde este lunes enviará clases grabadas y reducirá el costo de las clases en octubre.
“Voy a grabarles en momentos que tenga luz y se vea todo claro y con luces. Eso les enviaré a los chicos para que ellos lo practiquen también en los momentos en los que puedan hacerlo. No puedo obligarlos a venir a un sitio sin aire, sin música y sin focos, esa será mi decisión hasta ver cómo va todo”, manifiesta la docente.
En el sitio habilitado para dar clases en Miraflores tendrá cortes entre el 30 de septiembre y 4 de octubre de 00:00 a 03:00, 08:00 a 12:00 y 17:00 a 20:00.
La última franja de interrupción del servicio es la de las clases personalizadas que ofrece.
Los dueños de pequeños negocios piden al Gobierno y a la Corporación Nacional de Electricidad (CNEL) que exista una evaluación de los horarios establecidos, ya que muchos de ellos coinciden con el ‘pico’ de ventas diarias o, en el caso, de Leonela Jumbo, de clases.
“Lo que queremos es que los cortes no nos ‘corten’ lo poco que se puede generar de ventas en los locales. Yo creo que se podría hacer una evaluación y ver ciertos días con cortes solo en la madrugada y otros en los días regulares”, dice la dueña de un restaurante que vende platos elaborados con plátano verde en Sauces 3.
Adelaida Fuentes, la propietaria del local, afirma que está consciente de que los racionamientos son necesarios por la crisis energética que atraviesa el país. Sin embargo, considera, que esta medida va a terminar de liquidar a los negocios que ya han sido golpeados por la pandemia, por la inseguridad, las extorsiones y los primeros apagones.
“Creo que hace falta que el Gobierno pueda sentarse a dialogar con el sector comercial que es el que más sufre”, cita.
Aunque no está de acuerdo con los horarios establecidos por la CNEL, Juan Carlos Eras asegura que se podría permitir que al menos un día por semana no haya cortes.
Él tiene su local en la Agustín Freire, en donde está una veintena de negocios de todo tipo. “Hay que pensar cómo nos pueden dar la mano (el Gobierno) porque no solo perdemos nosotros, sino que empleos se ponen en riesgo”, dice. (I)