Los fieles echaban pétalos rojos y blancos que iban acariciando la imagen del Cristo del Consuelo y cayendo sobre la carroza que era movilizaba por integrantes de grupos apostólicos hacia la salida del santuario situado en el suroeste de Guayaquil.

El reloj marcó las 07:05 y un grupo de policías abrió el portón, mientras otro cordón de más de 200 uniformados guiaba a la multitud para continuar por la calle Lizardo García hacia la A.

Ahí, los fieles trataban de acercarse a la imagen con sus ramos, cuadros, cruces y estampas en alto para empezar el peregrinaje. Otros captaban con sus celulares a la imagen que reposaba sobre una bandera de Ecuador acompañada de la frase “Cristo del Consuelo, bendícenos”.

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Habían pasado dos años de la pandemia que mantuvo en pausa ese fervor católico, una de las muestras más grandes en el país y de la región.

Luego de los meses más complicados de la pandemia, los fieles decían acudir con una sensación de reencuentro y esperanza de volver a elevar oraciones, agradecimientos o súplicas acompañando la recreación de la pasión de Cristo en su camino al Calvario.

Este 15 de abril, esta demostración de fe recorrió 27 cuadras del suroeste de Guayaquil dando cuenta de que la devoción sigue intacta.

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Esta vez el recorrido marcó un récord de dos horas con la participación de alrededor de 400.000 personas, según estimaciones de la Corporación para la Seguridad Ciudadana de Guayaquil (CSCG). Por la situación sanitaria, la multitud siguió hacia el Cisne 2 sin pausas en las estaciones del viacrucis.

Partió a las 07:10 y llegó a las 09:10 a la tarima, donde se ubicaron autoridades eclesiales y civiles.

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Fieles acompañaron peregrinación del Cristo del Consuelo. Foto: El Universo

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Llevada por su esposo sobre una silla de ruedas, Elsita Muentes, de 48 años, cargaba varias velas. Ella dijo estar alegre de acompañar nuevamente una romería. En cuatro ocasiones estuvo a punto de morir por una enfermedad catastrófica que padece en los riñones y el Cristo la mantuvo con vida. “Él me ha sacado de algunas veces que ya estaba por fallecer, me ha sacado adelante siempre con esa fe que tengo hacia él”, dijo la mujer que llegó desde la vigilia.

Entre los congregados, Sonia Simisterra, de 78 años, también logró ingresar dentro del cordón policial cercano a la imagen. Ella tomaba fuerte un ramo de palma de cera mientras decía mantener la fe de poder reencontrarse con su madre que, según ella, la dejó abandonada en un convento de Quito en su infancia y luego en su adolescencia llegó a Guayaquil, donde se asentó.

“Solita seguí caminando, por eso siempre que vengo al Cristo pido lo mismo (volver a ver a su progenitora) y que me dé vida para seguir criando a mis hijos. El milagro es seguir viviendo y caminando y darles algún cariño a mis nietos”, dijo la madre de siete vástagos que cumplió todo el recorrido en la parte delantera de la multitud.

En ese camino, bajo un sol incesante, los bomberos echaban agua desde motobombas estacionadas en varias intersecciones. Asimismo, el padre Armando Gómez, párroco del Cristo del Consuelo, lanzaba bendiciones para las familias que se asomaban en los balcones de las viviendas, en algunas de estas se acomodaron parlantes para replicar la señal de radio que transmitía las incidencias de la romería.

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Gómez con monseñor Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil, lideraban la comitiva que se mantenía más cerca de la imagen.

“A Dios gracias después de dos años podemos salir a caminar con el Cristo, hay energía y entusiasmo, caminamos con la esperanza de que Cristo no se queda en la cruz. Un mensaje especial de seguir construyendo paz, sin violencia y para que sigamos portándonos de la mejor manera como Dios quiere”, dijo el padre.

A él se unió monseñor Cabrera, quien consideró que esta procesión se daba como una acción de gracias por la vida y también para curar el dolor, porque hay muchas personas que perecieron en esta época de pandemia e incluso ante las promesas incumplidas y decepción por la “inconsciencia” de muchas autoridades.

Imagen del Cristo del Consuelo cruzó puente de la A para continuar hasta el Cisne 2. Foto: Carlos Barros

Agradecidos por haberse recuperado de ciertas dolencias, fieles acudieron a caminata del norte de Guayaquil

Entre los fieles se replicaban los pedidos y gracias elevados en la procesión que mantuvo la fe radiante como el acompañamiento con una calurosa mañana.

Zoila Eugenio se mantenía sigilosa acompañando los rezos de la multitud que iba delante de la imagen. Ella dijo pedir por la salud de todos los feligreses, incluyendo el papa Francisco, en esta época de pandemia y también clamó para que su hijo Douglas, que está separándose de su conviviente, resuelva sus problemas y ella pueda cuidar a su nieto.

Ella también oró por la salud de su hermano, Juan José, que sufrió parálisis de una parte del cuerpo y se mantuvo hospitalizado, y ahora está en proceso de recuperación.

Con los pies descalzos pese a la alta temperatura, Aracely Chávez mencionó que iba de esa manera como penitencia para pedirle al Cristo por la memoria de sus padres, fallecidos hace varios años, y que le conceda volver a tener trabajo en quehaceres domésticos y salud para sus familiares.

Su hermana, Ana, recalcó que en una ocasión sufrió la dislocación de un hombro días antes de la romería y cuando asistió a la procesión se sintió mejor y tras padecer dolores fuertes, el hueso volvió a sentirlo en su posición. “Vengo por fe y tradición, gracias a mi mamá (Olga Calero) nos inculcó esta devoción al Cristo. Queremos ya tiempos de paz y que nuestro país tenga fuentes de trabajo”, mencionó Ana, quien al igual que su hermana agradeció el “milagro” de pasar esta pandemia con vida, aunque un tío murió en la crisis sanitaria.

En las cercanías de la explanada del Cisne 2, entre los callejones que iban agrupando a la multitud, Édison Montoya, fiel que iba cargando una cruz de dos metros, agradeció por tener con vida a su padre, quien estuvo grave por el virus pero logró recuperarse, y además por mantenerse con su trabajo como monitor de cámaras de la Metrovía.

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“Siempre con la bendición de Dios, sano y salvo”, dijo él, que acompañó a su padre y a una tía. Ellos procuraron mantenerse con los debidos cuidados en medio de los congregados.

A las 09:10, en medio de aplausos, la imagen arribó a la explanada ante la presencia de autoridades de la Iglesia y otras civiles.

Al pie de una tarima se acomodó la imagen del Cristo del Consuelo. Ahí, el monseñor Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil, dio la bendición a los fieles. Foto: El Universo

Ahí, monseñor Cabrera dio un breve discurso y abrió su participación con una frase que resumió la jornada. “Pensé que la fe estaba muerta, removí las cenizas y me quemé”. Hizo esa alusión al mencionar que en el 2019 fue la última romería masiva y este año se volvió a lanzar esa voz de alabanza y gritar al mundo que Cristo está vivo. “Había fuego, algo que ardía en el fuego de los creyentes”, dijo, al alentar a los ciudadanos a que se mantengan firmes en la fe.

Luego de la bendición, decenas de fieles se encolumnaron para acercarse a la imagen y llevar de cerca sus pedidos y gracias. (I)