Una mujer transita a pie por una de las vías de Lomas de Urdesa mientras va observando los automóviles estacionados a los costados de la vía, cerca de condominios de la zona. Repentinamente detiene su marcha y retrocede para abalanzarse hacia un vehículo. Al pie de este automotor, abre una especie de tela y la usa para cubrir un retrovisor y extraerlo a la fuerza.

Días atrás, dos mujeres intentaron sustraer retrovisores en La Fragata. Asimismo, en la primera quincena de noviembre, un joven se llevó los espejos de un vehículo, pero fue interceptado e incluso golpeado por moradores de la ciudadela 9 de Octubre, por el malestar de la repetición de esta clase de atracos.

Esta clase de robos de accesorios y partes de automotores cada semana se denuncia y se viraliza en videos compartidos por los usuarios en redes sociales en zonas de la urbe, en el norte, centro y sur. Detrás de ello, los choferes quedan con gastos para reponer esos artículos y, en algunos casos, se vuelven reiterativos.

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Algunos deben recurrir a otras alternativas, como asegurar las piezas, o prefieren evitar llevar sus automotores hacia determinadas zonas.

Johnny, un conductor que reside en el centro sur, cuenta que hace unas semanas, durante una madrugada, tenía su vehículo estacionado en las calles Rosendo Avilés y García Moreno cuando sujetos le abrieron el automotor y se le llevaron una radio, la batería, la computadora del automotor y hasta una llanta de emergencia. “Me hicieron leña ese día”, narra sobre ese episodio suscitado en agosto anterior.

El hecho incluso quedó grabado en una cámara de vigilancia, pero el caso quedó sin avanzar y sin dar con culpables. Por su parte, él cuenta que acudió al seguro para que reconociera el perjuicio, de unos $ 2.000, luego de cancelar una prima de $ 400. Finalmente, le entregaron parte de los artículos robados, excepto la llanta y la radio.

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Varias partes de automotores son sustraídas por delincuentes, como baterías, memorias y computadoras. Foto: El Universo

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Posteriormente a ello, el hombre menciona que debió armar una especie de cajetín con platinas para asegurar la computadora y así prevenir el robo nuevamente de ese artefacto. “Dos veces nuevamente han intentado abrir y no han podido, afuera de mi casa”, comentó el hombre.

En una zona de Lomas de Urdesa, Juan Ávila también ha sufrido una serie de robos en su vehículo 4x4, que adquirió en los dos recientes años. Le han robado en dos ocasiones los espejos y retrovisores. En este tiempo lleva gastando alrededor de $ 500 en reposiciones, pese a tener un seguro de cobertura de esta clase de incidentes, con lo que ha disminuido la carga de valores.

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Este ciudadano menciona que debió cancelar valores para cubrir la restitución de estos artículos, que incluso se promocionan con aseguramientos que para él no previenen nuevos atracos, ya que en su caso se dio un nuevo robo a las pocas semanas del primer evento delictivo. Le cobraron entre $ 80 y $ 100 por cada retrovisor en una zona conocida por la restitución de estos accesorios.

En este año, Juan además tuvo un intento frustado de robo de retrovisor y permanentemente está en alerta por estos casos que se suelen replicar en su barrio, en la zona norte de la ciudad.

Conductor colocó refuerzo para evitar nuevos robos de sus retrovisores. Cortesía.

“A más de pasar un mal rato, el seguro se toma mínimo un mes en responderte. Debes ir a Fiscalía a poner denuncia, y pudiendo chocar de paso por falta de retrovisores”, dijo.

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Hace tres meses, durante la tarde de un sábado, Xavier Moreira también ubicó su vehículo en la vía pública, en las calles Clemente Ballén y José Mascote, zona céntrica, para visitar a una allegada. Cuando se retiró, se percató de la sustracción de las tapas de las llantas de la parte delantera, el logo de la marca del automotor, unos accesorios en los costados de las puertas y un retrovisor de un costado.

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Según él, el aparato del otro lado no se lo llevaron porque sonó la alarma del automotor.

En días posteriores, él acudió a cuadras cercanas y le vendieron un retrovisor similar. Por todo canceló $ 200, para reponer los accesorios perdidos. Desde esa experiencia, este joven prefiere evitar estacionar en esa zona y buscar un parqueo de una allegada.

En otra ocasión, unos días después, él se dirigió a realizar el trámite de un certificado en el Consejo Nacional Electoral (CNE) y, en escasos minutos, al retornar al automotor, se le habían llevado el logo de la marca del carro.

“Eso ya no he comprado, porque recién lo había cambiado y ya no voy a gastar; capaz el otro año o con el décimo, pero creo que no voy a comprar por ahora (...). Si me roban, me va a dar coraje pagar de nuevo”, comentó el ciudadano.

Ellos se suman a las estadísticas de robos de accesorios y partes de automotores, que superan los más de 2.000 casos en lo que va del año en la Zona 8, que comprende Guayaquil, Durán y Samborondón. (I)