La oferta de mandarinas y otras frutas se multiplica a lo largo de la calle Antepara, vía de alto tráfico en el ingreso al sur de Guayaquil.
En varios puntos de la vía, comerciantes, provenientes del suburbio, se sitúan a diario con camionetas para exponer productos de temporada a precios baratos.
En la parte alta de las camionetas se muestran los precios en carteles y en el balde se colocan los miles de unidades de color naranja para atraer a choferes que pasan por la vía.
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Allí, por ejemplo, se leen ofertas de $ 1 a 20 a 35 unidades de mandarinas, dependiendo del tamaño de la fruta.
En el cruce de la calle Bolivia, se ubica William Chóez, Emanuel Mendoza, Zamoa Montaño y dos vecinos.
En el balde del vehículo, cada uno arma fundas con mandarinas y aprovechan la luz del semáforo en rojo para vocear y ofrecer las frutas entre los vehículos que se detienen. En cuestión de segundos, los choferes realizan las compras y continúan sus traslados.
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A diario, en ese punto, ellos venden entre 7.000 a 8.000 mandarinas que fácilmente copan el balde del automotor.
Las labores se inician desde las primeras horas de la mañana y se extienden hasta finalizar la tarde hasta que el producto del día se acabe.
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En la noche, Chóez y los otros compañeros de barrio se movilizan como rutina al mercado de Montebello para negociar con los comerciantes que llegan de otros cantones, conseguir el producto y a las 06:00 del día siguiente salen a vender en la calle Antepara.
Semanas atrás, Chóez refirió que las mandarinas se ofrecían solo 10 unidades por $ 1, y por ahora tiene 30 unidades a $ 1. “Hay bastante mandarina, aquí hay calidad, uno coge el producto que le resulta a uno para vender”, mencionó él e indicó que espera vender la fruta hasta mediados de noviembre.
Actualmente, él y los otros compañeros también ofrecen uva y sandía en menor cantidad. Al día se abastecen entre tres a cuatro cajas de uva de Santa Elena, que contienen entre 2.000 a 3.000 unidades por cada una, y 50 a 100 sandías.
La funda de uvas se vende a $ 1 que tiene entre 40 a 50 unidades, mientras cada sandía por $ 1 a $ 1,50.
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Para la época de fin de año se espera el repunte en la venta de uvas, indicó él.
A pocas cuadras, en el cruce de la calle O’Connors, otro comerciante Santiago Álava comentó que entre sus proveedores, en cambio, ha ido subiendo el precio de la mandarina, por lo que tiene 20 unidades medianas a $ 1. “No se vaya por la cantidad sino por la calidad”, dijo el hombre.
Al día puede presentar en su camioneta entre 8.000 a 15.000 unidades que llegan desde Chone, Manabí.
En esta época también ofrece la sandía, traída de Salitre, entre $ 1 a $ 3 según el tamaño. Por unidad puede ganar entre $ 0,20 a $ 0,30, refirió.
“Uno se acomoda precios para poder trabajar y sobrevivir, como está la situación uno trata aunque sea sacar para la comida”, dijo el vendedor, que heredó el oficio de un abuelo.
Otra vendedora, Sara Ulloa, sobrina de Álava, indicó que la clientela ha ido en aumento al darse a conocer la zona por su oferta. “Siempre la uva verde sale en noviembre y diciembre, uno tiene como programado, en febrero ya viene el verde si baja de precio”, detalló la comerciante.
Entre los vendedores, como Chóez y Ulloa, resaltaron que esta labor ayuda a solventar sus necesidades básicas y encontrar una alternativa de ingreso, ya que no han podido tener un empleo fijo en una entidad.
“Me gano para el día, esto varía cuando se vende todo y está barato nos va mejor la paga, cuando está caro, ya baja el pago”, mencionó ella, que debe cubrir gastos de un hijo menor de edad.
El viernes 31 de octubre, Paúl Beltrán paró la marcha de su auto y adquirió una funda de mandarinas, una sandía, una papaya y tomates.
Él resaltó que los precios se notan más económicos incluso que tiendas de su sector en La Floresta. “Siempre paso y compro aquí, gano tiempo y es más barato”, comentó él.
Entre los comerciantes tratan de mantener el orden en la zona y distancia por cada puesto para no cruzarse en la oferta hacia los clientes.
“Aquí nos jugamos la suerte, la otra vez me pasó la llanta de un carro en el pie, me dolía un rato, son riesgos que corremos por una venta”, comentó Ulloa.
Regularmente se hacen controles por parte de agentes de control metropolitano para mantener despejada la vía, por lo que comerciantes piden que se les permita laborar allí. (I)


















