El voceo de oferta de mascarillas por parte de comerciantes acompaña la rutina en el ingreso principal del Complejo Judicial Florida Norte desde esta semana. “¡Lleve, lleve mascarilla!”, dicen los vendedores desde la acera.

Ahí, las cajas de cubrebocas se han sumado en los puestos de vendedores que regularmente tienen comida, bebidas y ofertan servicios de fotocopias e impresiones. Y es que en la puerta de la sede, un guardia encapuchado solicita a los usuarios que se detengan en caso de no portar este elemento de bioseguridad, como en tiempos de la pandemia de COVID-19.

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A partir del lunes anterior, la mayoría de los usuarios se topa con esta novedad de control y, frente a ello, el guardia les señala la puerta donde está pegado un comunicado en el que se dispone su uso en instalaciones por el aumento de casos de tosferina, que ya suman 321, de los cuales 114 están en los cantones Guayaquil, Durán y Samborondón.

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Era la mañana del martes 6. En los exteriores, el sol era intenso y sofocante, mientras que en el interior del edificio principal se percibía una especie de fogonazo, ya que el aire acondicionado no funcionaba.

Al acceder a esa sede, tres policías se mantienen sentados en una recepción contigua a una escalera que conduce a los edificios de las distintas salas especializadas. A sus espaldas, tres ventiladores prendidos refrescan a los uniformados para soportar su estadía en el sitio, entre la vigilancia y observación de sus teléfonos.

Al cruzar esa zona y tomar un patio central donde se distribuye a los otros edificios, algunos usuarios se retiran la mascarilla, se la ponen parcialmente o siguen portándola.

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El abogado particular Manuel Dávila no la tenía puesta. Al terminar una diligencia lamentó que nuevamente, como en la pandemia, se tome esta medida, más aún que ciertos espacios no tengan operativo su sistema de climatización, en tanto que otros sí.

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Dijo que él prefería usar la misma, ya que no presentaba sintomatología de tosferina u otros males respiratorios.

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Entre funcionarios judiciales se notaba que la mayoría la usaban en el interior y que al salir preferían quitársela.

“Algunos se cuidan y vuelve la misma ‘payasada’, con el calor más se ahoga con esta mascarilla, se pone más incomodo tenerla”, dijo Dávila, quien agregó que opta por alejarse de las aglomeraciones o personas con sintomatología.

Guardia privado controla ingreso de usuarios con mascarillas. Foto: José Beltrán

En una diligencia de unos treinta minutos por temas civiles, el abogado Juan Carlos Varas utilizó la mascarilla, pero apenas salió del complejo se la sacó. “Es sofocante”, citó.

Él resaltó que se tomen medidas preventivas para evitar contagios mientras se dan trámites o diligencias judiciales en dependencias. En ese sentido, consideró positivo que se adopten controles en la puerta, aunque cree que se debería replicar en toda la sede.

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“Es necesario que en audiencias también se cubra la gente para no contagiar a los demás, a veces encerrados y con aire acondicionado y toda esa cuestión”, expuso el abogado.

El lunes anterior, en cambio, él tuvo molestias en otra sala por un caso de niñez y adolescencia, porque no había operatividad en el sistema de climatización de la sala. En esa cita debieron abrir las puertas para tratar de evitar sofocarse. “Es una molestia y hay que hacer el esfuerzo”, explicó.

En medio de estas medidas preventivas, él lamentó que en ocasiones los baños tienen restricciones de acceso y no se pueden realizar necesidades fisiológicas ni lavarse las manos.

“Que los directores tomen en cuenta que las salas son un ‘infierno’, en su mayoría no hay aire, incluso los servicios higiénicos pasan cerrados”, citó.

Esta semana, en los exteriores, la oferta de mascarillas se ha multiplicado aprovechando la situación de controles de cubrebocas y restricción al paso.

Joseph Maural, quien ofrece fotocopias, logró vender dos cajas de 50 mascarillas solo el lunes y el martes ofreció una, mientras sigue duplicando documentos en máquinas. “Pedí permiso (al jefe) para vender, vi como comenzaron a pedir y venían a pedir, ahí comencé a vender, en la puerta le venden a $ 0,50, $ 0,35, aquí le vendo a $ 0,25 y hasta $ 0,20”, dijo. (I)